Nuestra visita a Les archers de Saint-Prix en Francia, el 3D une al instante
Ésta es la segunda parte de la crónica de nuestro viaje reciente a París gracias a nuestro maravilloso anfitrión Raph Rambur. Podéis disfrutar de la primera parte en el artículo anterior "El día en el que aprendimos lo que en una vida".
Aquí daré cuenta de una visita a un club de tiro con arco 3D/Bosque a las afueras de París llamado Les archers de Saint-Prix, del que es miembro el propio Raph.
En lugar de contar la secuencia de acontecimientos concreta creo que es más interesante en este caso hacer una valoración en general. Un resumen de sensaciones de cómo nos sentimos esa mañana junto con arqueros franceses de 3D.
Lo cierto es que no era la primera vez que tirábamos 3D en Francia, ya hacía dos años habíamos participado en una jornada de liga oficial en Normandía, como relato aquí. Entonces pudimos experimentar la facilidad con la que la afición por el 3D nos permitía hablar un lenguaje común.
En esta ocasión pudimos disfrutar de tres cosas muy importantes en una mañana arquera. En primer lugar, una patrulla muy cariñosa con nosotros dos. Michel, Loïc, Thierry y Raph. En segundo lugar, un recorrido 3D fantástico, con numerosas propuestas picadas o contrapicadas en entorno de vegetación abundante. Finalmente, una acogida muy hospitalaria de todo el club una vez que concluimos el recorrido, como luego relataré.
Llegamos relativamente pronto para poder calentar, concluir el recorrido y pasar un rato de conversación sin que se hiciera muy tarde para volver a comer a casa de Raph. Hacía fresco pero el día estaba despejado y prometía un precioso día otoñal. El único problema que teníamos es que Angela se había levantado con un extraño dolor en el estómago y no tenía muy claro a qué podía deberse así que andábamos expectantes a ver si evolucionaba favorablemente, como así ocurrió.
El club tiene una zona de encuentro muy bien dispuesta, con numerosas casetas abiertas provistas de baldas de madera para almacenar el material que trae cada uno. Tras ellas hay un baño rudimentario pero útil y más adelante un espacio grande techado con una gran mesa y una chimenea así como una zona aparte para calentar. Este espacio es muy efectivo para que todas las personas que no estén en el recorrido estén muy cerca unas de otras y puedan entablar conversación fácilmente.
Nosotros empleamos una de las casetas para dejar nuestro material antes de montar los arcos y dirigirnos a la diana de calentamiento mientras hacíamos un reconocimiento de esta zona común a la que poco a poco empezarón a llegar más y más personas. Si cuando aparecimos nosotros sumábamos 8 personas como máximo, al cabo de una media hora estábamos más cerca de la treintena. El ambiente era de mucha camaradería y todo el mundo parecía conocerse bien, lo cual auguraba un buen número de patrullas entusiastas.
No transcurrió mucho tiempo hasta que Raph pudo congregar a otras tres personas que pudieran hablar en inglés (o en el caso de Thierry, en español) para así poder disfrutar del recorrido con ciertas garantías comunicativas. Mi nivel de francés es suficiente para poder comunicarme con eficacia pero Angela necesitaba el inglés (cuando volvamos a Japón cambiarán las tornas) y Raph se encargó de reclutar a voluntarios de entre los que allí se encontraban a esa hora.
El recorrido fijo de Saint-Prix sigue un mismo patrón desde hace bastantes años, por lo que he podido averiguar. Aprovechan el terreno de una manera muy eficiente y tienen dispuestas hasta 21 propuestas de todos los tamaños y distancias. Los animales son de muy buena calidad y las piquetas están colocadas de forma que siempre haya un pequeño reto aunque en general podríamos decir que los tiros son limpios. En mi opinión tienen una dosis adecuada de dificultad.
Una cosa que nos llamó la atención es el cuidado que tienen para facilitar el que los arqueros puedan dejar sus arcos a buen recaudo en unos postes cercanos a las piquetas de tiro. Así, muy rara vez se ven arcos en el suelo o apoyados en un árbol.
Michel me contó una anécdota muy curiosa sobre una tirada internacional hacía unos años. Recordaba haber tirado con un español que tenía un gran mostacho. Sospeché rapidamente de José Luis Hervás, presidente de IFAA-AAL, así que le mostré un vídeo reciente del campeonato Bowhunter de España e inmediatamente me confirmo que era él. Me dijo que aquel día estaban pasándoselo muy bien en el recorrido pero que a José Luis le empezó a doler la cabeza y empezó a fallar muchas flechas. Michel le ofreció entonces una aspirina para ver si se le pasaba, algo que efectivamente sucedió a los pocos minutos, de tal forma que José Luis se vino arriba y acabó machacándolo en puntuación al generoso Michel. Lo recordó entre risas y sin ningún remordimiento, todo lo contrario, muy contento de haber tirado con él al que le manda recuerdos desde este artículo.
Mientras tanto, Thierry desempolvaba su español, originario de su abuelo español, y la verdad es que se defendía bastante bien para no haberlo practicado en muchos años. Loïc y Raph, entre el inglés y el francés se sumaban a una permamente conversación arquera entre propuesta de tiro y propuesta de tiro. Nos preguntaron si estos tiros picados los teníamos en nuestros campos y lo cierto es que sí los tenemos pero no en tanta cantidad. Este campo es perfecto para practicar tiro con arco 3D porque lo tiene todo en un espacio relativamente reducido.
Hubo un tiro especial, cerca del comienzo, que estuvo fantástico aunque fue muy complicado y a mí al menos no se me dio especialmente bien. Había dos posiciones de tiro, una arriba y otra abajo, diseñadas para poder tirarse simultáneamente sin riesgo de seguridad. Se trataba de una torreta de madera y para tirar cómodamente en la posición superior había que sacar el arco por fuera de las lamas de madera que hacían de barrera.
En un momento del recorrido Angela reconoció que, aunque ya se encontraba perfectamente recuperada de las molestias del estómago, no es que estuviese pasando calorcito precisamente así que Raph le prestó un forro sin mangas que llevaba y que aseguró no necesitar el resto de la mañana.
En general no se nos dio mal la mañana. Yo empecé bien, luego tuve un bache y luego remonté hacia el final para acabar con buenas sensaciones. Angela estaba con su arco de viaje tras un último mes y medio centrada en su arco prehistórico, el Mollegabet, y con el campeonato de España aún en la memoria reciente. Le costó hacerse con el arco unas pocas dianas pero luego la tónica general fue muy buena. Ella tuvo un tiro especialmente bueno, muy lejano y hacia arriba contra un jabalí en donde la flecha voló en una parábola perfecta hasta clavarse en el corazón. Fue realmente bonito y lo disfrutamos en la patrulla al completo.
Por mi parte me gustaron algunos tiros pero con el que me quedo es con el último, en donde un pájaro realmente pequeño estaba a unos 20 metros (o eso me pareció a mí). Un tiro picado hacia abajo, muy complicado. Tanto que en el club permiten que se tiren hasta tres flechas en lugar de las habituales dos. La primera se quedó muy cerca pero mi segunda flecha, para la que me concentré especialmente, se clavó perfectamente en todo el centro del pájaro. No quise tirar la tercera flecha, evidentemente.
Con esto concluyó la mañana de flechas pero aún quedaba un pequeño picoteo armado con las contribuciones de todo el mundo en donde cuando nos quisimos dar cuenta estábamos tomando un poco de algo parecido al fuet, un trozo de empanada y una cocacola.
Una flecha rota mía tuvo un digno final al alimentar el fuego de la chimenea y a partir de ese momento, como si se hubiera obrado un sortilegio, fuimos parte de la familia de Saint-Prix. Estuvimos hablando un rato más con Thierry y también con Michel, sobre todo del Europeo de IFAA de Francia del año 2020 en Confolens. Luego se sumó Caroline y continuamos hablando de tiro con arco y seguramente de otros muchos temas que ahora no consigo recordar. Surgió la oportunidad de que pudieran echarnos una mano con el alojamiento en Confolens de 2020 ante la preocupante escasez de B&B, hoteles, etc por la voracidad alemana y austriaca.
Las conversaciones, los gestos, las risotadas, las bromas, todo era tan familiar... Si en un instante toda aquel grupo de personas hubiera de pronto pasado de hablar francés a hablar español, nada hubiera desentonado ni un poco, tanta era la sintonía, no ya por la pasión compartida por el tiro con arco en bosque sino por la forma de ser. Para los que nos conocéis en persona, esto podría haber sido perfectamente el rato de caldereta de alguna de las estupendas tiradas de Arqueros de Madrid o el previo a una de esas super paellas de Bastión de Alanos o el rato de espera antes de los trofeos con el piscolabis en CAMS. Igual.
Fue muy fácil para Angela y para mí "encajar" en Les Archers de Saint-Prix. Evidentemente, teníamos un anfitrión excepcional, uno que además ostenta el cargo de tesorero adjunto y representante internacional, pero más allá del privilegio de ir con Raph, todo el mundo en el club nos recibió como hermanos arqueros que somos, con la misma vocación por el bosque, por tirar entre árboles, con tiros a veces complicados, con el deseo de compartir con otros iguales lo mucho que nos llena esta afición.
Fue una mañana inolvidable y quisiéramos agradecer una vez más, ya por escrito, a todo el club y en particular a Raph, por regalarnos una mañana de octubre en el bosque tan excepcional y al mismo tiempo tan reconocible.
[Nota: en la web del club se hicieron eco de nuestra visita. Podéis ver la noticia en este enlace]