Viaje a Inglaterra y Gales, un fin de semana arquero para recordar. Parte II

Ya en el post anterior hablábamos del sábado y cómo disfrutamos del campo de Wye Valley Archery Centre con Yamila y Luiyo.

Domingo en el Cream Tea Shoot

El domingo era la cita por la que habíamos venido. La SPTA, con el apoyo organizativo del club Kyrton Archers, volvía a celebrar su tradicional Cream Tea Shoot (una especie de Tirada y Merienda) en el campo que en la granja Furze, en Tiverton (Inglaterra) tiene el club Kyrton Archers.

La tirada consistía en un recorrido de 38 dianas en tres grupos de 10, 10 y 18 propuestas para recorrer con cierta libertad desde las 10.30h hasta las 17h, momento en el que todos volveríamos a juntarnos para disfrutar de unos pasteles y bizcochos caseros junto a una taza de té.

De la misma forma que el sábado, nos aseguramos de desayunar bien (y bien temprano) para que nos diera tiempo a llegar sobre las 10 de la mañana, hora establecida para la reunión de arqueros antes de comenzar la jornada.


Hilary Greenland se asegura de que los participantes, unos 60, conozcan las reglas y los principios de seguridad

El camino desde Dunster hasta Tiverton nos llevó por la preciosa reserva natural nacional de Dunkery y Horner Wood. A cambio, tuvimos una buena ración de carriles estrechos por los que circulamos algo tensos con el miedo de encontrarnos con un tractor de frente siempre presente (algo que de hecho sucedió). Tras varios cientos de curvas finalmente llegamos a la granja donde se celebraba la tirada y tras montar los arcos nos acercamos a saludar a varios de los presentes. Aparte de Hilary y a Richard, reconocimos a muchos otros, en especial a Collin, Adnan, Angharad, Claire y Matt, de eventos pasados. Hay que recordar que para nosotros, Angela y yo, se cumplía prácticamente un año desde nuestro primer encuentro con la SPTA, en esta misma tirada un año atrás, así que estábamos de aniversario y con muchas ganas de aprovechar al máximo el día, algo que la pasada edición lo impidió el hecho de tener que volver pronto para coger el avión de vuelta a Madrid.

Los organizadores nos habían puesto a Luiyo, Yamila, Angela y yo en el mismo grupo. Esto facilitaba mucho la curva de aprendizaje de Yamila y Luiyo con la contrapartida de tener menos "mezcla" con el resto de asistentes, pero no se podía tener todo, lo cierto es que tuvimos todo un día para transferir mucho conocimiento acumulado a Yamila y Luiyo en un ambiente de máxima confianza.


Yamila mantiene el equilibrio en un tronco señalado con la piqueta blanca mientras Angela y yo observamos divertidos. Foto cortesía de Luiyo

La fórmula de la tirada se asemejaba mucho a la del año pasado. Las 38 propuestas se desplegaban por todo el campo en tres bucles de dianas de forma que podías adentrarte en un bloque sabiendo que al término podías escaparte un momento al punto de encuentro y tomar un poco de té, café o incluso pedir algo de comer de la parrilla hecho en el momento (hamburguesas y perritos fundamentalmente, con alguna opción vegetariana). En cuanto uno se adentraba en uno de estos bucles es como si desapareciera del mundo y dejaba de ver al resto de la gente. En contadas ocasiones veías movimiento a lo lejos o algún ruido o exclamación pero lo cierto es que el bosque impedía que vieras mucho más allá de 50 metros y, en todo caso, parecía que la gente estaba distribuída muy separados unos de otros (siendo el punto de encuentro con las sillas y al solecito el lugar con mayor afluencia en todo caso).


Una visión panorámica en donde se puede observar que estoy literalmente en un riachuelo disparando hacia arriba. Foto cortesía de Luiyo

Esta tirada tenía dianas 2D, en donde o bien un parapeto o una diana de paja hace de protección tras una diana de papel con un animal dibujado o fotografiado. El hecho de no ser 3D, su tamaño relativamente pequeño y la obsesión para colocar la línea de tiro siempre enfrentada a ramas, troncos o impedimentos varios, hacía que fuera una tirada muy diferente y particularmente compleja. A eso hay que añadir la regla de las tres piquetas de color, roja, blanca y azul, para tres intentos sucesivos, que impiden repetir un solo tiro en todo el recorrido. Lo normal en una propuesta es fallar las tres flechas y el reto consiste en evitar esto a toda costa para ir sumando poco a poco.


Arrodilarse para tirar era el menor de nuestros problemas. Aquí Angela muestra cómo es capaz de independizar su técnica de sus piernas. Puedes tapar con la mano de cintura para abajo y no podrías decir si está arrodillada. Foto cortesía de Yamila

Esta forma de afrontar un recorrido puede parecer desesperante pero creo que si uno entiende que, primeramente, es así para todo el mundo y, dos, ¿por qué no? entonces la mente lo acepta y lo disfruta sin problemas.

Pudimos comprobar fácilmente que Yamila y Luiyo se lo estaban pasando en grande, tanto del entorno natural como de la tirada en sí. Tuvimos ocasión de disfrutar de tiros épicos o directamente muy divertidos. Había una buena colección de propuestas en donde una de las dos partes, arquero o diana, estaba en una zona de claro o en una zona umbría, lo que proporcionaba un contraste de luz y sombra muy interesante.


Luiyo a punto de soltar su flecha ante la atenta mirada de Angela y yo. Foto cortesía de Yamila

Tras la jornada de "calentamiento" del sábado, teníamos los arcos a punto. Los que necesitábamos que los arcos se parecieran más a una extensión de nuestro cuerpo y menos a un trozo de madera contra el que luchar éramos Yamila y yo. Yamila necesitaba confirmar que podía con un arco ajeno en muchos sentidos, estilo, libras, flechas, mientras continuaba su mejora en la lateralidad de su tiros mientras que yo seguía poco a poco haciéndome con el arco de estilo vikingo. Creo que ambos tuvimos bastante éxito en nuestros objetivos particulares, independientemente de la puntuación en sí que conseguimos.

Hubo una tirada que dio un resultado muy sorprendente. Empecé yo tirando, concentrado al máximo para acertar la distancia y la trayectoria entre mil y una ramas y lianas y no pude evitar que mi flecha se clavara en una rama de camino a la diana. No recuerdo lo que pasó en los otros dos intentos pero el caso que es me sucedió Angela en la piqueta roja y la vi proceder con la misma concentración para obtener el mismo resultado, clavando su flecha prácticamente en el mismo lugar que la mía, en la misma rama. En el vídeo de más abajo sabréis detectar el momento en el que esto sucedió cuando Angela no puede dar crédito a lo que ve, tuvimos una buena ración de carcajadas.


La flecha de Angela (plumas rojas) y la mía (plumas negras) juntas en una traicionera rama. Foto cortesía de Yamila, hecha por mí

Optamos por hacer la pausa para comer algo tras cubrir los dos bloques de dianas de la 1 a la 19. Al volver, pedí directamente dos hamburguesas porque sabía que tras engullir la primera seguiría una segunda. Con un sol algo tímido pero siempre presente, pudimos relajarnos y charlar con otros que estaban descansando o simplemente de relax. Nos hicimos con algunas chocolatinas para tener provisiones azucaradas durante el resto del recorrido y volvimos a la carga.


La norma era andar por caminos en donde la vegetación amenzaba constantemente con tomar el control total. Foto cortesía de Yamila

Durante la tarde hicimos el bloque largo, en donde prácticamente nunca volvíamos sobre nuestros pasos. Similar a la mañana, había tiros oblicuos, engañosos y sorprendentes. Si en una diana doble uno elegía el animal de la izquierda por resultar más fácil, pronto descubría que en el segundo intento (tras fallar), la dificultad cambiaba de bando y se podían escuchar gritos de arrepentimiento.


Un buen ejemplo de una diana colocada a sabiendas de la existencia de una molesta rama. Nada era casual. Foto cortesía de Yamila, hecha por Pablo

En general se nos dio relativamente bien. No hubo grandes desastres salvo alguna flecha perdida por exceso de confianza o exceso de hierba alta, no sabría decir. Ejecutamos buena técnica los cuatro con Angela obteniendo mejores resultados en general. Ninguno sintió que no fuera "su día". En ocasiones pasa que alguien de la patrulla se va hundiendo poco a poco en la miseria porque empieza mal y acaba peor, en una suerte de círculo vicioso en donde la mente nos juega una mala pasada. No fue el caso y fue un gran alivio para un viaje desde Madrid que no fuera un día para olvidar sino todo lo contrario.


Me enfrento a un zorro saltarín a una distancia muy respetable. Foto cortesía de Luiyo

Hubo una zona que nos llamó especialmente la atención, una antigua zona de explotación maderera (o eso me pareció a mí) en donde los abetos estaban secos o moribundos. Dependiendo de cómo cayera la luz, realmente precía que estabas en un bosque maldito en donde unas criaturas malignas hubieran succionado toda la vida del bosque.


Inspirado en el concepto de bosque maldito, me permití este ejercicio visual. Foto cortesía de Yamila, fotomontaje mío

Eran cerca de las cinco de la tarde cuando quedaba poco para terminar. Cuando salimos del bosque para un último tiro lejano ya en abierto, comprobamos que habíamos dado una vuelta enorme y ahora aparecíamos justo al otro lado de la granja, entrando de nuevo por donde habíamos aparcado los coches.


Los pastelitos de crema y mermelada estaban espectaculares. Foto cortesía de Yanila

Pensábamos que llegábamos algo tarde pero, para nuestra tranquilidad, otros arqueros y arqueras aún no habían vuelto así que pudimos entretenernos charlando con el resto de la gente. Finalmente, todos estuvimos reunidos de nuevo, tablillas entregadas, etc, y nos dieron permiso para hacer acopio de pastelitos y bizcochos.


Uno de los numerosos bizcochos. Foto cortesía de Yamila

Huelga decir que estaban deliciosos y el hambre de merienda ayudó a bajar la guardia sin mucha dificultad hasta un punto en el que el enésimo ofrecimiento por parte de la organización y la cocinera tuvo que ser declinado por miedo a sucumbir ahí mismo.

Enfrascados en satisfacer nuestra gula, participamos de la rifa para obtener fondos siempre necesarios para la SPTA y sus actividades y finalmente se procedió a nombrar, como gesto simbólico de reconocimiento, a los mejores resultados por categoría. Categoría a categoría (English Longbow, American Longbow, Primitive, Classic y Hunting Recurve) cantaron el nombre del máximo anotador. Richard asombró a todos con más de 400 puntos en English Longbow y Angela se llevó con facilidad el primer puesto en American Longbow con sus 296 puntos (máxima puntuación de Damas del día y la quinta mejor de toda la jornada, Damas o Caballeros, independientemente de la categoría). Luego pudimos consultar el resto de puntuaciones y la verdad es que en ese sentido salió redonda la jornada.

Nos olvidamos rápidamente del tema de las puntuaciones porque Angharad había aceptado, junto con su madre y un amigo de la familia, dejarnos probar sus arcos coreanos y húngaros, algo que nos interesaba mucho para identificar qué características podrían ser interesantes a la hora de encargar uno en un posible viaje a Corea del Sur, por ejemplo.


Angela prueba un Grozer Nomad G4 que le transmitió muy buenas sensaciones. La foto no engaña. Foto cortesía de Yamila

Yamila y Luiyo no dudaron en sumarse a la "cata de arcos" y estuvimos quizá otra media hora charlando sobre las particularidades de los arcos y las preferencias de Angharad y su padre. Fue un postre al postre con el que no contábamos y que nos dejó con un sabor de boca inmejorable.

En fin, resultó una jornada perfecta, el tiempo acompañó y pudimos disfrutar de cada momento. Os dejo con un vídeo corto con algunos momentos seleccionados del día, espero que lo disfrutéis y que os sirva de muestra para imaginar qué bien nos lo pasamos.