Curso de iniciación al tiro asiático con Fer Baelo: nuestra experiencia
Probablemente éste es el tipo de artículos que dan su razón de ser al blog en su conjunto. Lo creo así porque tiene la característica de narrar un descubrimiento, un aprendizaje y algo diferente de lo habitual. Además, puede hacer que haya gente que se interese por un tema nuevo.
Angela y yo conocemos a Fernando "Fer" Baelo desde hace unos años a través del club de tiro con arco Bastión de Alanos y luego ambos hemos compartido promoción de Monitor RFETA y Técnico Deportivo Tiro con Arco Nivel 1. Solemos coincidir los tres bien en tiradas de IFAA en las categorías de arco histórico o en la Liga de Arqueros Históricos que vio la luz el año pasado.
El caso es que sabemos que Fer está volcado con aprender a tirar al estilo asiático los arcos nómadas de los que está enamorado y esto supone un camino arduo en España ya que en la actualidad la tradición es muy escasa, algo que ya comenté en otros artículos (por cierto, que él mismo escribió una serie de 3 artículos buenísimo que arrancan con éste). Nos hemos sumado a la práctica arquera en el siglo XX tomando prestadas las tradiciones de otros países europeos como Inglaterra, Francia o Estados Unidos, ignorando otras opciones más consecuentes con un pasado arquero ya muy lejano pero quizá más genuino. En todo caso, la realidad es la que es y hay que invertir tiempo y esfuerzo en arrancar una corriente de arquería nómada en España y parece que Fer se lo ha tomado muy en serio.
Este primer curso estaba diseñado como una jornada completa, de 9.30h a 20h, teórico-práctico, y para gente que ya tiramos habitualmente con arco independientemente de nuestro nivel (al estilo "mediterráneo"). Tras un cambio de fecha por lluvia, este domingo 29 de septiembre nos juntamos 9 personas en Bastión de Alanos para aprender todo lo posible y atajar en una aventura que a Fer le ha llevado en solitario muchísimo tiempo.
Primera parte del curso: material y técnica con un aperitivo práctico
Allí nos juntamos Javi Gamboa, Dani, Javier, Jose Antonio Molina, Cristina, Álvaro, Fernando, Angela y yo. Nos fuimos a una mesa afuera de una caseta con estufa que tiene Bastión y en donde se reparten planillas, se calculan podios o simplemente se resguarda uno de la lluvia o la nieve.
Fer se presentó y con diferentes arcos nómadas encima de la mesa comenzó a explicarnos el concepto del curso, cómo de importante era hacer un repaso por la teoría para evitar explicar demasiadas cosas en los parapetos con todo el mundo con arcos y flechas en las manos. Dedicó buena parte a hablar de los diferentes tipos de arcos nómadas (compuestos) en su morfología y materiales y cómo la técnica debía adaptarse al tipo de arco o al menos tenerlo muy en cuenta ya que arco y técnica concreta congeniaban especialmente bien.
También se aseguró de que tuvieramos claro que siendo (la mayoría) arqueros con cierta experiencia, los resultados con esta técnica iban a obligarnos a redefinir nuestras expectativas y que lejos de ser una ventaja nuestra experiencia, iba a ser un hándicap importante. Y sí, entre muchas risas comentó cómo de fácil era ver nuestras primeras flechas irse descaradamente a la derecha y cómo eso se originaba por varias cuestiones que desgranaría durante el día.
Hubo tiempo también para analizar y catalogar anillos de todos los tipos y formas, desde los finos turcos hasta los contundentes "macho" coreanos y cómo saber qué características podíamos buscar en un anillo de iniciación, como la rebaba o la longitud de éste.
Evidentemente, el formato se prestaba a que todo el mundo estuviera muy atento a las explicaciones de Fer, que iba hilando con facilidad conceptos todos interesantes. Con todo, tuvimos momentos de debate y casi mesa redonda, algo que nos enriquecía a todos los presentes y nos permitía sincerarnos con cierta complicidad ya que estar en ese curso nos hacía sentir un poco más unidos que de costumbre, nos conociéramos de antes o no.
Y llegó una parte bastante curiosa que a mí al menos me encantó, quizá por la estructura anlítica que había detrás, y era el catálogo de posiciones de pulgar e índice y, por otro lado, los otros tres dedos, ya fuera para mano de arco o mano de cuerda. Fue una manera perfecta de descubrir todas las combinaciones posibles (bueno, no todas, las más habituales, pero aún decenas) y entender su porqué. Fer nos hizo un examen sorpresa sobre la marcha mostrando una posición de su mano y pidiendo que cantáramos su número asociado (las decenas se usan para una cosa y las unidades para otra) y ahí estábamos todos aprendiéndonos la "tabla de los agarres" con bastante fluidez. Pero no solo eso, sino con qué tipo de anillo, técnica, arco y morfología del arquero podían funcionar mejor.
Los agarres, el cuadrado, el intermedio y el oblicuo, también tuvieron su tiempo aunque no fue hasta las prácticas cuando creo que la mayoría entendió cómo se expresaban en la propia mano.
El caso es que en general nos quedamos con la impresión de tener una multitud de opciones para elegir. Arcos, anillos, técnica, agarres... dependiendo de lo que quisiéramos hacer. Cierto es que para empezar Fer recomendaba una selección más o menos concreta de todos estos ingredientes pero nos dejaba la puerta abierta para nuestra apuesta personal. Fer insistió en esto apoyado por una pequeña colección de libros que expuso en la mesa y que entre sí se contradecían en algunos aspectos.
Sobre esta contradicción entre manuales militares chinos del siglo XVII o textos más recientes, creo que podemos encontrar la explicación en la función de cada texto. En uno, la homogeneidad de la técnica de los arqueros que se contarán por centenares de millares y un arco concreto están en otro plano comparado con la búsqueda de todos los matices que puedan servir a cualquier arquero que quiera experimentar por su cuenta con diferentes tipos de arcos. ¿Se contradicen los textos? Sí ¿tiene sentido que se contradigan? Seguramente también, y tenemos la ventaja de poder leer todo, comparar y probar.
El tiempo había volado y quedaba poco tiempo para comer pero arañamos media hora para tirar unas flechas y experimentar las primeras sensaciones con toda la teoría aún resonando en nuestros oídos. Estuvo muy bien porque estiramos las piernas y nos vimos por fin con un arco y unas flechas y un anillo... en las manos, y buscamos cierta sensación de control con unas mínimas instrucciones de Fer que no quería aturullarnos mucho en ese momento.
Como Bastión nos había servido un aperitivo delicioso una hora antes, el estómago ya estaba pidiendo atención y tardamos poco en recoger las flechas y andar rápido hasta la comida que nos estaba aguardando, pasta con carne en cantidades generosas. A cambio de retrasar media hora el arranque y darle precioso minutos de sueño a Angela, me había hecho con un pequeño alhijo de botellas de hidromiel de la buena gente de Hidromieles Grendel y pareció el momento adecuado para iniciar una degustación que tuvo bastante éxito.
La comida sirvió para descansar un poco del curso pero solo lo justo porque estábamos con bastante inercia y casi usamos el café como freno motor para mantener el compromiso de una hora de pausa, de lo contrario habríamos retomado inmediatamente la lección.
Segunda parte del curso: psicología y práctica a partes iguales
Fer quería imprimir su marca personal en el curso y uno de los puntos que trabaja mucho y muy bien en su labor como monitor es el apartado mental del tiro con arco. Al igual que en el tiro con arco mediterráneo, el tiro con arco asiático requiere tanto una buena rutina mental como un control de la ansiedad en el tiro.
Para ilustrar este aspecto clave que todo el mundo intuye pero que poca gente tiene bien analizado, tras la comida nos dio una charla de una hora sobre aspectos generales de una rutina mental que vaya pareja a la rutina física en el gesto técnico del tiro con arco. Recorrió cada paso de la técnica ya conocida por los asistentes y la desdobló en su vertiente mental identificando cómo sacar partido de un repaso de nuestra cabeza en cada punto. Así, al igual que entrenamos rutina física, hay que entrenar rutina mental y optar en cada ocasión por una fórmula u otra ya que no es lo mismo una rutina mental de entrenamiento (centrado en revisar lo que no nos suele salir bien) que una rutina mental de competición (habitualmente centrada en confirmar que lo que nos sale bien efectivamente sucede).
De refilón ya nos fue "colando" cómo en el tiro asiático aparecen aspectos psicológicos diferentes que hay que aprender a introducir en nuestra rutina mental, el más importante de los cuales es, sin duda, el "full draw", el momento en el que arquero sabe que está plenamente "abierto" y con todos los segmentos óseos perfectamente alineados. Ese momento es clave y es buscado tanto físicamente como psicológicamente en el tiro asiático.
No se entretuvo mucho en este punto aunque nos señaló la importancia capital de trabajar este "full draw" mental y pasó a hablarnos de la ansiedad en el tiro y cómo esta ansiedad se concentra alrededor del momento de la suelta. Empleando analogías propias y un estilo muy didáctico y hasta divertido, fue repasando cómo en cada modalidad de tiro, desde poleas, pasando por olímpico y hasta recurvo o longbow, esta ansiedad se manifiesta de la misma forma aunque con síntomas algo diferentes.
Habló sin tapujos de la fiebre del amarillo o target panic y por qué se produce. Y nos dijo que inevitablemente también aparece en el tiro con arco asiático en donde las mismas trampas mentales que asocian "apuntar" con "tirar" se manifiestan. Por cierto, si alguien quiere comprender mejor este asunto de fiebre del amarillo, os recomienda leer el artículo que escribí al respecto y que recibió elogios de los responsables de formación a monitores de la federación.
Concluida esta sobremesa con altas dosis de reflexión, Fer nos invitó a volver a los parapetos para poner en práctica todo lo aprendido durante la jornada. Aún nos quedaban dos horas largas y todos queríamos asentar los conocimientos así que montamos los arcos, colocamos las flechas en nuestras aljabas y con nuestros anillos "favoritos" nos fuimos hasta la línea de tiro de las dianas de entrenamiento.
Nos volvimos a colocar por parejas para poder analizar lo que hacía la otra persona además de tener a Fer revoloteando por entre nosotros y comenzamos a tirar ya en serio. Lo hacíamos de la siguiente manera. Fer nos indicaba dos o tres aspectos claves de la técnica (posición de piernas, tronco y un agarre de arco, por ejemplo) y probábamos a ver qué tal. Tras cada tanda, asimilábamos lo que habíamos experimentado y entonces Fer nos modificaba algún aspecto (o dos). Así, fuimos recorriendo casi sin darnos cuenta no pocas combinaciones de toda la casuística disponible y aunque llevábamos arcos muy diferentes, todos aplicábamos las mismas técnicas n'importe quoi.
Ronda a ronda fuimos comprendiendo cómo nuestro cuerpo se trataba de adaptar a una nueva fórmula de tiro, a veces con más éxito, otras veces con resultados frustrantes. Angela y yo nos íbamos grabando y nos decíamos lo que veíamos para tratar de reforzar lo más importante de lo que había comentado Fer. "Piernas un poco más separadas que los hombros, canteo de cuerpo y arco, inclinación hacia adelante, brazo de cuerda empieza arriba, abrimos hasta el lóbulo" y cosas así. Eran como salmos que mutaban según tocaba pero que trataban de reforzar las ideas más transversales.
Aquí creo que nos vino bien tener experiencia como arqueros porque nos aprovechábamos de nuestra propiocepción, es decir, de nuestra capacidad para sentir cómo están nuestros músculos y las posiciones relativas del cuerpo. Era otra técnica y eso suponía hándicap, cierto, pero de alguna manera sabíamos si nuestro brazo de cuerda estaba alto o bajo, o si nuestra mano al producirse la suelta llegaba hasta la oreja o no. Álvaro, que de todos era más novato porque su experiencia se reducía a softcombat y un poco de recurvo, era el que a cambio tenía poca contaminación por técnica pero quizá menos apoyo de la comprensión del cuerpo en relación con el tiro con arco (aunque su conocimiento de tiro y de snowboard seguro que compensaba en otras facetas).
Fer continuó proponiéndonos configuraciones de mano de agarre de arco y de cuerda diferentes para que exploráramos opciones, alguna de las cuales intuíamos que iban a tener poco éxito pero que merecía la pena probar in situ. Creo que cada cual nos íbamos quedando con opciones "favoritas". Por ejemplo, a mí me gustó el agarre intermedio del arco, posición de mano de arco 69 y posición de mano de cuerda en un 69 pero con el índice tocando la cuerda.
Tirando a tres metros nos despreocupábamos de tener que dar a nada en particular pero hubo rondas en las que Angela y yo dejamos racimos bien bonitos en el parapeto. No era relevante ni el objetivo pero sí una fuente de motivación, sobre todo si las agrupaciones estaban centradas y no desviadas hacia la derecha.
El arco coreano de Angela cantaba maravillosamente y Angela se aseguraba de domarlo en cada ronda hasta el punto en el que empezó a verse cierta conexión entre ambos, sobre todo cuando Fer nos propuso probar con el khatra, el movimiento de muñeca que aparta el arco de la trayectoria de la flecha y que, dependiendo de la literatura, puede ayudar a otorgar hasta un 2-3% más de velocidad en el vuelo de salida. Por mi parte, mi gigantesco manchú, el más aparatoso de todos los arcos ese día gracias en parte a sus imponentes siyahs, se portaba bastante bien y creo que fue la primera vez desde que Angela me lo regaló hace unos años en que realmente lo entendí, pobre incomprendido.
Sentimos cierta progresión y acabamos muy contentos aunque yo me llevé un buen golpe de la cuerda tratando de aplicar un agarre de cuerda poco adecuado para el tipo de anillo y las libras de mi arco, pero fue ya a pocas flechas del final y aproveché para sacar algunas fotos más con el arco descansando en unos poyetes tras la línea de tiro.
Nos sacamos un par de fotos de familia, felicitamos y aplaudimos a Fer por una jornada valiosísima e inolvidable en la que se volcó y nos permitió dar un salto de gigante en nuestro entendimiento del tiro con arco asiático, confirmando que una buena pedagogía es clave para transmitir conocimientos de forma comprensible y asimilable independientemente de la maestría que uno pueda tener en una técnica concreta.
Así pues, un largo día que se nos pasó muy cómodamente en buena compañía, con un ritmo de teoría y de práctica casi perfecto y una sensación clara de aprovechamiento. No es que ahora de repente vayamos a ir por los campos de tiro fardando de khatra pero tenemos las herramientas para explorar este mundo como nos apetezca. Ahora los libros y los vídeos en Internet nos resultarán más accesibles y podremos ser relativamente autónomos.
¡Gracias Fer! Sin duda ha comenzado una larga saga de cursos de introducción al tiro con arco asiático. ¡Fue un privilegio estar presente en el primero de todos!
Os dejo con uno de los varios vídeos que estoy preparando. Éste se centra en la progresión de Angela desde las primeras flechas antes de comer hasta las de las prácticas de la tarde.