En un año 2021 que prometía mucho más al comienzo, la tirada social con la que yo me despido de él sí que superó mis expectativas. Pero no por una cuestión de resultados concretos sino porque los que asistimos pudimos disfrutar de un pedazo generoso de normalidad.
Arqueros de Madrid organizó, como todos los años, su tirada especial de Navidad. Una tirada con la que siempre tienes que negociar tu calendario arquero de las fiestas navideñas porque para mucha gente es cita ineludible. Las más de 160 personas inscritas en esta edición son la clara muestra que la gente tenía ganas de que Arqueros de Madrid pusiera un buen broche en positivo a un año bastante nefasto.
Con lo que yo no contaba (aprendes a ser prudente en tiempos de pandemia) era con revivir un guion de antes de la COVID-19. No sé cómo sucedió pero fue una celebración relajada del tiro con arco en compañía. Realmente lo disfrutamos muchísimo.
Con tanta gente inscrita Arqueros de Madrid tuvo el acierto de adelantar media hora el inicio de la jornada y de limitar a una flecha por arquero y diana el recorrido 3D del comienzo. Era eso o que nos dieran las 7 de la tarde con los premios.
Esta modalidad de recorrido 3D en línea de 26 dianas, lejos de resultar un cortapuntos, ayuda mucho a darle vidilla a una tirada social de este tipo. Claro que a todos nos gusta perdernos un poco en el bosque e ir de propuesta de tiro en propuesta de tiro "a solas" pero el ambientillo colectivo de tirar todos juntos es muy chulo y además permite asegurar que todos acabamos a la vez, desde los arcos compuestos hasta palos neolíticos como el que llevaba yo ese día.
Con una confección de patrullas cómplice con amistades o familia, nos colocamos en nuestras propuestas de tiro iniciales en donde todas las divisiones compartíamos piqueta. Para los arcos de poleas seguramente eran distancias tendiendo a cortas y para tiro más tradicional suponían un reto medio más elevado. Los menores de 14 años tenían su propia piqueta blanca, lógicamente.
El día acompañaba y todo el mundo estaba de muy buen humor. El parloteo era incesante así como risotadas o los clásicos aullidos de desesperación por una mala flecha.
Las dianas eran variadísimas, tanto las de "reino animal" conocido como las procedentes de la imaginación de los organizadores. Algunas ya las habíamos catado el año anterior, criaturas híbridas cuasimágicas, pero al menos dos eran novedad este año y todo el mundo coincidía en que eran una pasada.
Saber que estás tirando una diana única tiene un punto especial y es inevitable dotar de cierta personalidad al "bicho" e imaginarte una escena en vivo luchando por tu vida.
Terminamos sobre las 14.20h y rápidamente nos pasterearon para una de las vaguadas habilitadas con "los juegos". Estos juegos suelen consistir en un tiro a muy larga distancia (3 flechas por persona), un tiro al mono-chapa (1 flecha por persona) y diana-tirolina. Este año, además, había otra diana grande pendida de la rama de una de las encinas más bonitas de la finca del club pero no llegué a participar y no sé en qué consistía aunque creo que era una diana rotante.
El tiro a larga distancia es una oportunidad única para poder apuntar hacia arriba a placer. No sé exactamente de cuántos metros estamos hablando pero calculo que sobre los 100. Desde luego, lo suficiente para que, con el sol en toda la cara, necesites de una gran dosis de suerte para siquiera acercarte. Las tres flechas que te permiten apenas resuelven tu ignorancia previa porque el vuelo de tu flecha se pierde junto con el enjambre de las otras y apenas puedes discernir si cayó delante o detrás del enorme bisonte que espera impasible.
Éste es el momento perfecto para que hagáis una pausa en la lectura y veáis el vídeo resumen de 3 minutos de la jornada y luego continuéis leyendo el último tramo con ciertas imágenes en la retina.
Este año, curiosamente, la gran mayoría de flechas del bloque "longbow, recurvo, desnudo" se pasaron claramente de largo. El campo de flechas en el que habitualmente se convertía la praderita previa al bisonte mutó este año a ladera alfileteada. Esto no impidió que hubiera grandísimas flechas clavadas en la diana y que hubiera vítores de alegría y sorpresa a partes iguales. En el turno de los arcos de poleas la diana pasó a ser un conejo a los pies del bisonte, ¡buenísimo!
Tras el mercadillo de flechas encontradas que dura sus buenos 10 minutos, se dio paso al juego del mono-chapa, una diana diabólica en donde todo es metal salvo un generoso corazón, que tiene material de foam y no hace estallar tu flecha en varios pedazos.
Aquí la regla es muy simple. Si tu flecha se clava sobrevives para la siguiente ronda... unos 5 metros más atrás. Si fallas a lo grande o porque tu flecha ha impactado de lleno en el metal, game over y una flecha menos. El morbo de ver decenas de flechas (de otros) destruirse congrega a la mayor parte de los asistentes que prefieren quedarse de espectadores, mientras que el resto prueba suerte. Angela y yo participamos con flechas de descarte. No es que vayan a volar horriblemente pero es un equilibrio entre lo funcional y lo económico.
Tras la prueba equivalente en poleas, que realmente lleva el mono-chapa a límites de distancia alucinantes, continuamos con la diana tirolina.
Esta diana es un cerdo volador disfrazado de superman (bueno, digo disfrazado pero a lo mejor no es un disfraz, conste) que, suspendido de un cable metálico bien largo, atraviesa una porción de vaguada poniendo a prueba los reflejos de los arqueros para saber cuándo y cómo soltar la flecha. Las dianas en movimiento son adictivas porque representan muy bien nuestra idea de un reto plausible. Y claro, estuvimos pidiendo bises del cerdo volador hasta que se acercaron las 4 de la tarde y la comida ya se estaba sirviendo. Por cierto, en esta diana móvil nunca veo poleas. Seguro que alguno habrá pero claramente es una prueba de reflejos que no resulta atractiva para este tipo de arcos por el motivo que sea.
Habíamos apurado tanto la diana tirolina que cuando nos reunimos de nuevo en la zona de las dianas de calentamiento, las raciones de patatas con chorizo estaban ya haciendo hueco en los estómagos. La verdad es que estaban bien ricas. Raciones generosas, mucho chorizo, un sabor casero inconfundible, calentitas y con un toque picante perfecto (para mi gusto). Fue en ese momento, en una pausa entre cucharada y cucharada, cuando dije en voz alta lo que llevaba pensando varias horas ya: "cierras los ojos y es como estar en 2019". La respuesta unánime que siguió confirmó que no era el único que lo pensaba. Había algo ese día que nos permitía jugar a estar en otro tiempo, pero creo que en realidad lo más importante era que estando en el momento en el que estábamos, teníamos la fortuna de poder disfrutar una jornada arquera así.
Al poco rato dieron comienzo las llamadas a los podios. Primero los juegos de tiro a larga distancia y mono-chapa. Luego continuaron con el recorrido 3D de ese día, en donde Angela fue tercera en longbow. Después siguieron con los podios más "potentes" ya que son de las ligas de Arqueros de Madrid, tanto de 3D como de Campo.
Cuando todo el mundo que tenía que subir a recoger algún premio bajó del podio comenzó la super-rifa navideña en donde Arqueros de Madrid reparte infinidad de detalles navideños. Desde pulseritas hasta jamones pasando por cestas de frutas o bombones. Con nuestros papelitos en mano chillábamos angustiosos "¡uuuyyyy!" a cada número cantado. Yo creo que un tercio de los asistentes se llevó algo pero hasta esto encontró su final y ya solo quedó un aplauso agradecido de todo el mundo a los organizadores y al club Arqueros de Madrid por un grandísimo día que creo que dejó a mucha gente pensando que más que el final de 2021 esto se parecía ya más al inicio de 2022.
Como siempre, desde aquí vuelvo a agradecer a Arqueros de Madrid que mantenga este nivel tan alto de compromiso y esfuerzo para reunir a la comunidad arquera de bosque.
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