Resulta que el fin de semana del 29-30 de junio Yamila, Álex, Angela y yo habíamos hecho planes para probar eso de las autocaravanas antes de embarcarnos en un viaje de 20 días en otro país. Buscando empresas de alquiler nos topamos con una, Caravana&Go, que recomendamos mucho, situada en el municipio de Escalona, en Toledo. Y cuando estaba buscando posibles planes por esa zona para el sábado me acordé del reciente campo de tiro Sierra de San Vicente, en Toledo también, y lo vi claro.
Me puse en contacto con Gonzalo, el dueño y promotor del campo, semanas antes y todo quedó acordado. Llegaríamos el viernes por la tarde, a eso de las 8.30h al pueblo de El Real de San Vicente, y nos llevaría hasta el parking del campo para que hiciéramos noche allí y tiráramos por la mañana.
Así lo hicimos. El viernes nos recibieron Gonzalo y Esther en la plaza del pueblo y nos llevaron hasta el parking pasando por un camino muy estrecho en ocasiones y asfaltado solo a medias que nos produjo algo de tensión, no vamos a negarlo, estrenándonos con la autocaravana como estábamos.
Pero cuando llegamos y aparcamos y salimos a saludarlos en condiciones, ya éramos plenamente conscientes de que el entorno natural era muy especial por la presencia sobre todo de castaños pero también de enebrales, robles y encinas. La luz de la tarde a esa hora no hacía más que resaltar la gama de verdes del castañar mientras que de lejos se oía el murmullo del agua proveniente de una fuente cercana. Gonzalo y Esther nos dedicaron aún un poco de su tiempo para mostrarnos el campo.
Solo llegar al refugio/albergue de montaña que servía de campamento base ya nos dejó muy claro que estábamos ante un lugar muy especial. Árboles centenarios, fundamentalmente castaños, creaban una atmósfera umbría y relativamente fresca que nos hizo olvidarnos inmediatamente de la ola de calor que se vivía fuera. Estábamos en un bosque, éramos arqueros de bosque. Gonzalo nos contó que ese terreno pertenecía a él y su familia desde hacía mucho tiempo y que por su afición al tiro con arco había llegado al proyecto de crear un campo de tiro privado para su disfrute. Una cosa había llevado a la otra, sus amistades también se interesaron por el proyecto y finalmente el campo ha quedado abierto al público en general, siempre que no tires con arco de poleas, ya que el campo se ha concebido por distancias y dianas para arcos de menos libras.
Por ello, el término correcto es campo de tiro y no club de tiro, ya que tiene todos los permisos pertinentes de la Guardia Civil y la Junta de Castilla La Mancha pero no se gestiona como una entidad deportiva. A Angela y a mí nos recordó inmediatamente al campo de Wye Valley Archery Centre de Gales, regentado por Lee.
Finalmente, Gonzalo y Esther se despidieron de nosotros dando alguna recomendación de cómo dejar la autocaravana para no impedir el paso y nos emplazamos a la mañana siguiente.
Y esa mañana de sábado llegó con el canto exacerbado de los pájaros que ante una intensa luz matutina ya a las 8 parecían querer meternos prisa por descubrir el recorrido en sí, aún desconocido para nosotros. Tras desayunar pan con aceite y embutido e intercambiar unos mensajes con Gonzalo, coincidimos a las 10.30h para abrirnos el campo y explicarnos el recorrido.
El recorrido cuenta con alrededor de una treintenta de puestos de tiro de los que Gonzalo se asegura de tener operativos unos 20 a los que suma 4 de las dianas de calentamiento. Esto le permite mucha flexibilidad en jornadas de liga o torneos porque puede elegir de entre las opciones y reubicar dianas físicas como considere dentro de los polígonos de tiro establecidos.
En materia de seguridad, el campo es de diez. A cambio de ver mucha cinta de seguridad, señalizaciones a cada paso, carteles informativos, etc, el recorrido en sí apenas genera confusión dentro de un entorno natural claramente "sin civilizar". Evidentemente, el terreno no ha sido ajeno a la influencia del ser humano durante siglos pero mantiene la personalidad de un entorno al que se le deja un poco a su aire.
Tras calentar en un conjunto de dianas más machacadas perfectas para este uso en donde estuvimos muy cómodos tirando los cuatro a varias distancias, nos introdujimos decididos en el recorrido que en su primera parte tenía una pendiente a salvar para luego cambiar a nivel y finalmente volver bajando.
A todo esto no he comentado aún que las dianas del recorrido eran 2D con tela impresa sobre planchas de foam dotadas de gran realismo y profundidad y que estaban fabricadas por el propio Gonzalo aunque desde hace un tiempo se encarga de llevar la marca Really Targets su amigo Jonathan Martín de Arqueros de Los Navalucillos . Y no lo he hecho porque honestamente en la tercera diana ya se nos había olvidado que no eran 3D. Ésta es una prueba de que es más que probable que un buen 2D en un buen entorno pueda competir con un buen 3D en una entorno "normal". Para los arqueros "sólo 3D" esta aseveración les puede sorprender, pero aunque puedo afirmar "donde esté un buen 3D que se quite un 2D", hay veces en donde el 3D no está aportando nada o el 2D es tanta calidad que empiezas a cuestionar algunas "creencias".
El bosque nos acogió como un buen anfitrión, dándonos cobijo y permitiéndonos que nos pudiéramos centrar exclusivamente en disfrutar del momento. Los cuatro, tirando de a uno, fuimos siguiendo las indicaciones que a veces nos conducían por una suerte de senda pero otras conexiones entre propuestas estaban apenas intuidas en el terreno. Cada propuesta habilitada (recordemos que hay algunas previstas pero no montadas) estaba cuidadosamente dispuesta para crear una pequeña escena, un simulacro, y siempre con la tranquilidad de tener o bien un parapeto detrás o un obstáculo natural (pero no criminal) para nuestras flechas.
Para nosotros el campo ofrecía retos en cada propuesta y cierto esfuerzo físico especialmente en la subida que ayudaban a mantener esa percepción de bosque pero es posible que para algunas personas con movilidad reducida algunas pendientes pudieran resultar dificultosas. Gonzalo ya nos había advertido que este campo de tiro "te echa" viniendo a decir que se cobra su peaje físico y que la decisión de volver a adentrarse para una segunda vuelta no puede tomarse a la ligera y, efectivamente, es así.
El Nido del Águila es el punto más alto del recorrido y ofrece unas vistas impresionantes. Aún con el cielo teñido de azul plomizo por el polvo en suspensión de la ola de calor, se podía divisar en dirección sureste casi toda la provincia de Toledo.
A los cuatro se nos dio especialmente bien el día. Cada uno con sus objetivos pero en general anotando buenos resultados. Angela y yo volvíamos al longbow moderno tras una larga temporada de arcos históricos y la verdad es que resolvimos bastante bien cada lance. En el caso de Angela, con dudas sobre si su técnica de base se había desvirtuado tras meses de uso de su Mollegabet, quedó claro que su capacidad de agrupación seguía intacta y protagonizó tiros bastante espectaculares con segundas fechas que corregían lo justo para apurar un mejor resultado. En general los cuatro apenas vimos flechas fuera de las dianas en todo el recorrido y la gran mayoría con puntuaciones altas. En este sentido, la dificultad del recorrido parece media a juzgar por el tamaño de las dianas y sus distancias relativas, algo que, evidentemente, es fácil de alterar si fuera necesario en algún momento.
No muy lejos se podían escuchar gritos de alegría o sorpresa y unas buenas risotadas, sobre todo de Gonzalo, pertencientes a su patrulla que se había adentrado en el recorrido un poco antes y nos aventajaban en unas pocas propuestas. Así, por un lado nos sentíamos a nuestro aire, solos en el bosque, pero de cuando en cuando nos llegaban los ecos espontáneos de un disfrute muy reconocible.
Continuamos descendiendo y descubriendo las propuestas de tiro mientras seguíamos asombrados por la calidad del entorno natural y las posibilidades del terreno para recorridos de bosque. Y así se nos pasaron 3h largas sin que nos diéramos ni cuenta. Cuando concluimos reconocimos que habíamos disfrutado enormemente pero que era igualmente cierto que el campo era relativamente más cansado que otros aunque yo personalmente me hubiera vuelto a meter en él si no fuera porque no lo iba a hacer solo y tan cerca de la hora de comer.
Gonzalo y Esther, junto con Paco Guinea, sí que habían vuelto a hacer el recorrido aunque no sé bien si a una sola flecha o saltándose dianas. El caso es que pronto estaban de vuelta y aunque Paco y Antonia María, con la que estuvimos charlando mientras nos recostábamos en las sillas afuera del albergue, tenían que marcharse en ese momento, los restantes seis improvisamos una comida con lo que teníamos de la autocaravana, empanadas, ensaladas, algo de fruta y jamón serrano riquísimo que nos sacó Gonzalo, junto con algo de la miel que él mismo produce.
Finalmente aceptamos la invitación de Esther y Gonzalo para entrar en el albergue, donde se estaba muy fresquito, y continuamos charlando e interesándonos por el oficio de apicultor de Gonzalo, la crisis que sufre la población mundial de abejas y cómo estamos a las puertas de una catástrofe medioambiental si no recuperamos los panales naturales. En los sofás y sillas dentro del albergue rodenado a una chimenea apagada por motivos obvios, nos entretuvimos al menos otras dos horas más hasta que ya no nos quedó más remedio que agradecer el cariño y la hospitalidad y prepararnos para coger la autocaravana y poner rumbo a Gredos, concretamente Hoyos del Espino, donde planeábamos hacer noche.
Fueron una mañana y tarde fabulosas, en donde conocimos no solo un campo de tiro nuevo, sino también en enfoque muy particular que entendimos sin esfuerzo alguno. Con esta reseña espero haber hecho algo de justicia a lo bien que nos lo pasamos y aunque con ella esté desvelando en parte un "secreto arquero", creo que la familia arquera se merece saber que ha surgido un nuevo campo que está realmente bien. Gonzalo tiene planes muy interesantes para los próximos meses y años que, con la necesaria dosificación, convertirán el Campo de Tiro de Sierra de San Vicente en un lugar de encuentro y de referencia en el mundo de la arquería de bosque.
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