En nuestro viaje por Corea del Sur este verano, pudimos disfrutar de uno de los momentos más interesantes de nuestras vacaciones. Fue cuando en la ciudad de Suwon, al sur de Seúl, asistimos como público a una competición de tiro con arco tradicional que se desarrollaba durante tres días, comenzando un jueves.

Nos puso sobre la pista Thomas Duvernay, un estadounidense que lleva viviendo décadas en Corea del Sur y que ha ayudado a difundir la tradición coreana del tiro con arco mediante libros y artículos. Fue él quien encontró este festival arquero y rápidamente vimos que cumplía nuestras necesidades de fechas y lugar, aunque no fue hasta el día en que asistimos que descubrimos cuán afortunados habíamos sido asistiendo a este evento en particular.

Aunque este artículo es sobre lo que vivimos el primer día de competición, creo que es buena idea proporcionar una introducción al tiro con arco tradicional coreano y luego nos metemos en materia.

Notas introductorias sobre el tiro con arco coreano

La península de Corea (así no tengo que diferenciar entre norte o sur) es de las pocas (si no la única) región que disfruta de una tradición arquera prácticamente ininterrumpida. Desde la primitiva invención del arco y la flecha miles de años atrás hasta nuestros días, los diferentes pueblos que han habitado esa región del mundo han tenido siempre un motivo para el uso habitual del tiro con arco, ya fuera por la caza, la guerra, el deporte o la formación como persona.

Es importante notar la diferencia sutil entre tradición y folklore en este caso. El tiro con arco coreano no cae en el folklore como una expresión de la cultura, es directamente tradición que se hereda de generación en generación.

Cada pueblo y parte del mundo ha desarrollado su arco y su flecha en función de los materiales existentes y las necesidades. En el caso de Corea, su diseño canónico es un arco especialmente recurvo, corto, compuesto de varios materiales en donde destaca el cuerno, el tendón y el bambú, que también se usa para las flechas. Naturalmente, al ser un arco compuesto, se construye por piezas que se van pegando con cola de pez con ayuda de otras piezas de madera auxiliar.

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Un arco Gakgung con el sobrenombre de "Cola de Tigre" por la empuñadura. Museo de Bucheon, Corea del Sur.

Este diseño ha perdurado tanto en el tiempo que tiene un nombre particular, el Gakgung o "arco nacional" y se sigue construyendo hoy en día ya sea mediante técnica y materiales tradicionales o no, pues es técnicamente un arco particularmente estable y eficiente.

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Un arco Gakgung montado. Museo de Bucheon, Corea del Sur.

Una de las particularidades del arco es precisamente la técnica que se emplea, que en lugar de emplear el agarre mediterráneo al que estamos acostumbrados u otros agarres como los de los nativos amerindios, emplea el pulgar en forma de gancho y coloca la flecha en el lado de la propia mano de cuerda, al contrario que el agarre mediterráneo que la coloca en el lado opuesto.

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Una reproducción en donde se aprecia el agarre diferente así como la ubicación del ástil. Museo de Bucheon, Corea del Sur.

Uno podría especular que la elección (obligada) de materiales dio lugar a un arco corto y el arco corto propició un agarre de pulgar, evitando el pinzamiento de dos o tres dedos con el ángulo tan agudo de la cuerda con el agarre mediterráneo. En todo caso, el arco puede usarse con la técnica mediterránea sin mucho problema si uno tiene unas manos finas o si el arco supera las 50" de altura.

Hoy en día se fabrican tanto arcos tradicionales como arcos de estilo tradicional y hay competiciones (las más habituales) en Corea que permiten la presencia de ambos así como flechas de carbono y bambú. Precisamente el evento en Suwon al que asistimos era uno de estos últimos.

Lo que podíamos llamar "ronda" o tipo de competición consiste en impactar en una diana rectangular de 2 metros de ancho por 2.66 metros de alto colocado ligeramente inclinado hacia atrás a 145 metros de distancia.

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Tres dianas con las marcas de una, dos y tres rayas, útiles para la asignación de grupos de arqueros.

Aunque en la "época de los emperadores", la puntuación era más compleja que "sí" o "no", hoy en día no importa el lugar de la diana donde impacte la flecha mientras ésta no queda por detrás de la diana. Esto me lleva a desvelar un aspecto especialmente llamativo de su forma de tirar y competir y es que no buscan clavar la flecha, solo que impacte y rebote en la diana, quedando tirada en el suelo lleno de arena en frente de las dianas. Para ello, las puntas son relativamente romas, como en forma de bala.

Imagino que en ausencia de jueces y banderolas a 10 metros de las dianas durante la competición, cuando uno entrena tiene que valerse de buena vista, buen oído y una forma de distinguir las flechas que quedan en la arena que precede atendiendo a su dirección y sentido.

La progresión de un arquero o arquera coreanos se basa en el número de veces que uno impacta en la diana en un total de 45 intentos. Este sistema es similar al de las artes marciales ya que usa el modelo de "dan". El primer dan, por ejemplo, se alcanza cuando un arquero consigue impactar 25 de las 45 flechas que dispara a la diana. Sucesivos "danes" exigen mayor número de impactos, claro.

Mucho antes de llegar al primer dan o cualquier dan (algo que se refleja con flores y símbolos en el cinturón tradicional que llevan que hace las veces de funda de arco y luego aljaba), hay muchos momentos simbólicos que celebrar. Por ejemplo, el primer impacto en la diana en la vida del arquero (siempre con testigos). También los sucesivos, siempre acompañados de felicitaciones y pequeñas celebraciones. Si se obtiene un molgi por primera vez, impactar cinco veces en una ronda de cinco flechas, se considera un momento importantísimo y se registra en un libro. En ese momento, una figura relevante del club asignará un mote o pseudónimo arquero (muho) a la persona y a partir de ese momento, se referirá siempre a esa persona con su mote arquero, que tiende a referirse a algún aspecto de la naturaleza de la persona.

El quinto dan es un nivel especial, el Myong Goong o "arquero de nombre famoso" y el pseudónimo de ese arquero o arquera pasa a registrarse en el ámbito nacional.

El máximo dan es el noveno y exige impactar al menos 39 veces de los 45 intentos. Solo se permite subir dos dan por año y solo en eventos específicos para ello.

Finalmente, simplificando, compiten hombres y mujeres separados y arcos tradicionales (y flechas de bambú) y arcos con materiales modernos (y flechas de carbono) también por separado.

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En la línea de tiro se pueden observar los cintos/aljaba con las flechas atrapadas en ellos.

Siguiendo con la competición (ya que lo que es el tipo de diana y la forma de puntuar es sencillo), se compite tanto individualmente como en equipos (clubes y regiones) pero no se tiene en cuenta el dan. Es decir, no hay un sistema de handicap o que agrupa a participantes por su dan.

Por último, a distancias como la de 145 metros, los arqueros abren el arco mucho más allá de la barbilla o la cara, llegando hasta la zona de la clavícula.

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Aquí se observa la gran diferencia de apertura, de ahí que los arcos coreanos se presenten en libras a 31" y no a 28".

El festival de tiro con arco de Suwon

Con la introducción sobre el material, la técnica y el tipo de competición, podemos pasar a nuestra experiencia como público durante el primer día de un festival arquero en Suwon.

Suwon es una ciudad de relativa importancia en Corea del Sur ya que cuenta con una muralla llamada Hwaseong de casi seis kilómetros que recorre el centro de la ciudad, con torres de vigía y puertas cada cierto tiempo. Es una fortaleza magnífica y es, salvando las distancias, de lo más parecido a las murallas de Ávila que encontrarás en Corea del Sur. El motivo de su construcción a finales del siglo XVIII por el rey Jeongjo parece ser el deseo de mudar la capital de Seúl a Suwon y emprender una serie de reformas para el reino desde allí. La muralla se completó con éxito en menos de dos años pero cuando el rey murió poco después, el heredero, su hijo, decidió volver a Seúl.

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Una de las puertas norte de la fortaleza

En Suwon hay un club de tiro con arco llamado Yeonmujeong que tiene la fortuna de disponer de un campo de tiro espectacular, pegado a la muralla a uno de los edificios históricos, con vistas a una de las torres de vigía hacia el norte. Hay vídeos colgados en internet sobre tiro con arco tradicional coreano en donde por supuesto aparece este campo de tiro. Este club parece que era el anfitrión del evento jung a celebrarse entre el jueves y el sábado.

Sorprende que un campeonato de tiro con arco dé comienzo un día laborable o que dure tres días (de ámbito nacional) pero así era y buena parte de los participantes estaban haciendo uso, imaginamos, de días de vacaciones para poder asistir. Y a juzgar por el número de asistentes, más de cien, el evento revestía de cierta importancia (quizá servía para subir de dan).

No hizo falta madrugar mucho para llegar a las 11 de la mañana al club de tiro. Cuando llegamos, apenas acaba de iniciarse la ceremonia de inauguración en donde había tres grupos diferenciados de personas. Jueces y asistentes por un lado, arqueros y arqueras, todos vestidos de blanco, como marca el reglamento, y una hilera de personalidades con una tribuna para hablar.

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Se sucedieron los discursos y los himnos (contamos al menos tres, uno de los cuales era sin duda el nacional) y hubo algunas fórmulas en donde los participantes recitaban algo, probablemente en torno al deseo de hacer un buen papel y hacerlo de forma honesta y honorable.

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Juramento de, suponemos, buena conducta arquera

Con un aplauso final rompieron filas y se fueron a otras zonas de espera del evento mientras nosotros nos quedábamos con la duda de cuánto tiempo transcurriría realmente entre la ceremonia de apertura y la competición en sí. Muy pronto obtuvimos la respuesta; minutos.

Efectivamente, tras un breve paseo por las zonas aledañas empezaron a silbar las primeras flechas y a escucharse los comentarios de los jueces anotadores.

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La vista de la línea de tiro cerca de las dianas, pero en una zona de seguridad

La disposición que nosotros vimos era la siguiente.

  • A 145 metros de la línea de tiro, tres dianas como las mencionadas antes, de 2x2.66m con una, dos y tres barras horizontales a modo de referencia separadas por unos pocos metros entre sí.
  • Una superficie amplia con arena inmediatamente delante de las dianas en donde se espera que las flechas fallidas así como las exitosas acaben esparcidas.
  • Dos casetas de jueces de diana, una a cada lado del campo y unos diez metros de las dianas. Estas casetas tenían cierta protección mirando a la línea de tiro. En una caseta vimos a dos jueces, un hombre y una mujer, con una bandera azul y una amarilla respectivamente (primera y segunda dianas). En la otra caseta había una juez mujer con una bandera roja asociada a la tercera diana.
  • Una línea de tiro en donde se presentan hasta tres grupos de 5 arqueros, cada grupo vinculado a una diana y cada arquero con cinco flechas en su cinto.
  • Tras la línea de tiro, dos mesas de jueces anotadores, uno asociada a la caseta de jueces de diana primera y segunda y la otra mesa asociada a la tercera diana, con bandera roja. En cada mesa, dos jueces para un total de cuatro.

En un orden que desconocemos van entrando tres grupos de hasta siete arqueros y arqueras para tirar 5 flechas en un cierto orden. En cada grupo, comienza el de la izquierda con su primera flecha, se divisa la banderola (si no hay banderola es que falló, si se mueve un par de segundos, es que impactó), el juez anotador confirma por el micrófono el resultado y le sigue el arquero siguiente. Más o menos los tres grupos de cinco van acompasados y terminan casi a la vez las cinco rondas para las cinco flechas.

Relato esto con la información que ahora tenemos pero en ese momento estábamos "a oscuras" y no entendíamos qué significaba la banderola, por ejemplo. Lo que hicimos fue irnos hasta el otro extremo del campo, aprovechando el recorrido de la muralla que se iba elevando por el costado oeste del campo de tiro y allí empezamos a atar cabos. Fue allí cuando nos quedamos de piedra al ver que las flechas rebotaban ¡adrede! y que las banderolas se movían siempre que la flecha rebotara (o se clavara, las menos) en cualquier punto de la diana.

Que una flecha rebote es un poco contrasentido pero tiene su motivo ya que durante el tiempo de práctica, sobre todo los primeros meses, los arqueros atan una cuerda a la flecha para poder recuperarla sin tener que desplazarse los 145 metros cada vez. Si se clavara, sería mucho más difícil de recuperar. Por otro lado, dado que la puntuación es tan simple como "impactar" = "punto", no es necesario analizar el lugar exacto donde la flecha se clavó, basta con poder escuchar el sonido del impacto de la flecha. En lugar de confirmar lo puntiaguda que es una flecha, lo que ellos comprueban dejándola caer de punta al suelo es si suena con claridad.

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La caseta con la bandera roja, de la tercera diana. Son apenas visibles decenas de flechas esparcidas por la arena

Cuando estábamos cerca de las dianas, nos fijamos en la efectividad de los arqueros y vimos, como era de esperar, que había de todo. Los había que impactaban con mucha frecuencia (3 ó 4 de cada 5 flechas) y los había que se tenían que conformar con un impacto por cada ronda de 5.

Una vez que los tres grupos de siete arqueros han lanzado las 5 flechas, hay un total de 105 flechas en la zona de dianas. Cuatro a cinco se habrán clavado (no sé si se considera un "feo" que se claven, quizá sea inevitable con arcos más potentes), y el resto se encuentra esparcido por la arena con algunas excepciones más allá del plano de las dianas, en el terraplén de seguridad. Entonces, los jueces de diana y ayudantes se dedican a recoger todas las flechas y llevarlas de vuelta a una mesa cercana a la línea de tiro donde esperar los arqueros para recuperarlas mientras ya otros tres grupos de cinco se presentan en la línea de tiro.

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Zona aledaña, suponemos que llevando el registro del orden de participantes

Lo que nosotros veíamos era seguramente la competición individual en donde cada cual perseguía la mayor puntuación acumulada. Hay otras competiciones durante uno de estos festivales (por cierto que creo que el término exacto para éste es Grand Prix o "Gran Premio") como por equipos (seguramente clubes) o regiones, de ahí los tres días. También creemos que hay algunos momentos de la competición en donde lo importante es ganar en tu grupo de cinco sin importar la puntuación concreta.

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Arcos apilados a la espera de ser empleados por sus dueños

Una vez que has entendido el formato de la competición, en realidad ésta es muy monótona así que alternamos entre fijarnos en la técnica de quienes nos parecían buenos (a nuestros ojos inexpertos), pasear por los puestos y tomarnos algún refresco en la cafetería encima del pabellón.

En cuanto a la técnica, vimos que la mayoría seguía un patrón muy concreto desde la extracción de la flecha del cinto hasta la conclusión del tiro. Lógicamente, notábamos diferencias entre arqueros. Algunos acompañaban (se encogían) la flecha un instante antes de soltar, otros bajaban los brazos inmediatamente tras la suelta y se ponían a mirar el vuelo (largo) de la flecha, etc. También vimos que había dos tipos de anillos de agarre, lo que nos produjo cierta curiosidad. Mientras mirábamos muy atentos, hacíamos gestos entre nosotros como imitando la técnica (según nuestro criterio) y creo que éramos un poco el centro de atención de la gente que pululaba por las zonas de espera. De hecho, éramos claramente los únicos occidentales (no nos atrevemos a decir "extranjeros") y al cabo de un tiempo se nos acercó uno que chapurreaba inglés para interesarse por nosotros.

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Esta mujer inclina ¿demasiado? el arco pero nos sirve para ver que tienen una especie de referencia para anclar en el hombro controlando la apertura con una flecha de longitud límite

Yo tenía en el móvil preparado siempre dos cosas. La aplicación Papago para traducir del coreano al inglés y viceversa para hacernos entender y un vídeo de Angela tirando con un arco coreano (el que había probado el día anterior) mostrando una exquisita técnica (occidental, eso sí). De esta forma, nos asegurábamos de que entendieran que éramos arqueros, no simples turistas curiosos, y que teníamos cierto criterio para hacer preguntas muy concretas sobre su técnica y el tipo de competición. La verdad es que nos sentimos muy a gusto en el ambiente arquero.

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Buena parte del tiempo se fue en ver el vuelo de las flechas

Decidimos hacer un poco de gasto y aprovechar la oportunidad de comprar cosas que solo se pudieran adquirir aquí o que al hacerlo aquí tuvieran un valor sentimental especial. Angela se compró dos anillos, uno de cada tipo, y yo uno de los dos tipos de anillos junto con uno de los polos blancos del uniforme. La encantadora pareja mayor que nos atendió para hacernos anillos rebuscaba y rebuscaba entre todos los que tenían en unas cajas abiertas hasta dar con uno que, siempre según su criterio, encajara correctamente en nuestro pulgar derecho.

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Los dos tipos de anillo que compramos

En uno de los dos de Angela, lo que hicieron fue elegir uno y luego pulirlo un poco para que cediera lo justo. Además, con el segundo tipo de anillos aprendimos por encima el otro sistema de agarre. Estábamos tan agradecidos que decidimos darles un pequeño detalle, un turrón artesanal que habíamos comprado en forma de pequeñas tabletas de 80gr en Turrons Viçens, en la calle Mayor de Madrid, para poder entregar como agradecimiento a personas durante el viaje a Corea del Sur. En Corea es habitual el intercambio de pequeños regalos y nos habían "soplado" que eran golosos y que les gustaba el turrón (el suyo, pero muy abiertos al de otros países).

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Angela deja que la mujer vaya haciendo pruebas de anillos

Dedicamos también bastante tiempo a estar sentados en la terraza de arriba mientras vigilábamos el vuelo parabólico de las flechas que parecían nacer de debajo de nosotros. La vista es perfecta, con la muralla de fondo.

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Uno de los anillos venía con una especie de protección para los dedos (de la mano de cuerda) así que la señora se afanaba por cortar el guante a medida

Al cabo de casi cuatro horas de ver desfilar arqueros, atender a la técnica, leer artículos sobre el tiro con arco coreano, "ir de compras" y charlar con algunas personas optamos por concluir nuestra visita justo a tiempo para ver cómo un enorme nubarrón oscurecía de pronto el cielo y amenazaba con descargar un buen chaparrón de agua, algo que nos pilló dentro del autobús de vuelta al hotel donde nos esperaban las maletas para ir en tren a Seúl.

Disfrutamos mucho de la mañana. Nos transmitió cierta paz y orden. Para la cultura tan competitiva de Corea del Sur y las pocas vacaciones y tiempo de ocio que tienen, vimos en este festival arquero un pequeño oasis que nos reconcilió un poco con el país. Aprendimos en una mañana muchas cosas que aunque las podíamos haber leído meses atrás, se volvieron mucho más claras y tangibles teniendo los ejemplos a metros de distancia. Por supuesto, seguimos prefiriendo nuestros recorridos 3D y que nuestras flechas se claven bien clavadas en la diana, pero nos llevamos muy buen recuerdo de aquél día y Angela espera con muchas ganas volver a ver su arco coreano, esta vez en Madrid, para empezar poco a poco a experimentar con la técnica de anillo de pulgar (probablemente con aperturas contenidas, sin exagerarla para llegar a los 145 metros).

Os dejo con un breve vídeo resumen de la mañana que seguramente os transporte junto con nosotros por unos instantes. De nuevo queremos agradecer a Thomas Duvernay toda la ayuda que nos ha prestado, clave para estar al tanto de este evento y a Hilary Greenland por darnos su contacto.