Nos gustaron tanto las tiradas nocturnas de Bastión de Alanos que decidimos aprovechar el tramo final del verano con aún noches cálidas para organizar una tirada nocturna con Ana, Borja y Álex. El plan era muy sencillo. El viernes 2 de septiembre quedamos a las 20.30h en un bar restaurante de San Agustín de Guadalix para cenar unas raciones, montar los señuelos luminosos en las flechas e ir al club a hacer el recorrido fijo sin más luz que tres linternas.

Tras dar buena cuenta de huevos rotos, calamares, queso curado, gambas al ajillo y unos boquerones fritos despejamos la mesa mientras esperábamos los cafés y empezamos la tarea de pegar con celo señuelos luminosos a nuestras flechas. Los que podíamos habíamos traído las flechas "de descarte" para hacer más soportable la casi segura rotura de alguna flecha durante la noche.

Cuando todo estuvo listo eran las 22.30h. Nos montamos en los coches y fuimos hasta la verja del club, que abrimos con nuestras llaves de abonados para meter los coches en la zona para abonados. En el restaurante cercano se celebraba una boda y era mejor no correr ningún riesgo.

El camino hacia las dianas de calentamiento ya se nos hizo diferente. La media luna que había junto con la luz que regalaban los focos de la boda nos permitían ver hasta una distancia de 100 metros en varias direcciones pero en cuanto hubo un giro y un cambio de rasante en el camino, se hizo la oscuridad completa y solo podíamos valernos de nuestros focos, dos frontales y una linterna propiamente dicha.

Ya en la zona de calentamiento nos dimos perfectamente cuenta de que nos encontrabamos en otro campo distinto. Reconocíamos los elementos más importantes. La caseta, los árboles y la suave subida con las dianas de preparación. Tras tirar unas pocas flechas para desentumecer los músculos nos fuimos directos al recorrido fijo.

El acuerdo era el siguiente. Habría tres formas de tirar. A oscuras completamente. Con un foco cerca de la diana iluminándola. Con los frontales iluminando desde la posición de tiro. La posición de tiro podía variar pero en general eran un par de pasos por delante de la piqueta azul salvo en las dianas pequeñas en donde tirábamos desde la piqueta azul.

Álex fue en términos generales el más osado al preferir tirar en completa oscuridad. La luna se encontraba a una buena altura y veíamos las siluetas de nosotros mismos pero a más de 5 metros de distancia era prácticamente imposible ver nada, ni ramas ni suelo ni por supuesto una diana.

La temperatura era perfecta, rondando los 20 grados y una mínima brisa. Los cinco nos movíamos con cierta confianza por el terreno a oscuras ya que en general tenemos una imagen mental del terreno del club suficientemente fiable para saber dónde hay pendientes, obstáculos, árboles, etc.

Como no teníamos prisa, en general tirábamos de uno en uno salvo en ocasiones en donde la diana casi pedía tiros simultáneos. La versión nocturna de un recorrido que uno conoce de haber tirado unas pocas veces tiene una naturaleza especialmente engañosa ya que ante la actitud de confianza y seguridad suele haber una respuesta mediocre del tiro y uno se queda muy extrañado. Entre la memoria, el instinto y la oscuridad se forma un lío tremendo que bien canalizado sirve para aprender más de uno mismo y de cómo de fácil es autoengañarnos.

El disfrute fue mayúsculo. Charlando y tirando flechas se nos pasaron más de 3 horas. ¡3 horas! Pero es muy comprensible teniendo en cuenta que cada diana era un pequeño proyecto en sí mismo. Recuerdo varias de forma intensa pero en particular una de un ciervo tumbado que se tiraba desde un alto justo enfrentados a la luna arriba en el cielo. Esa estampa, imposible de captar con la cámara si no se hace con larga exposición, resumía muy bien la noche, incluyendo los fallos por autoengaño que antes comentaba, por supuesto.

Algunos decidimos llevar la puntuación a modo de referencia para comparar nuestro rendimiento con el mismo recorrido de día. En general, la tónica fue de una reducción de puntos importante, haciendo un 75% de los puntos de día. La excepción fue Angela que no pareció acusar en absoluto que fuera de noche (o quizá eso era un bonus para ella, cosa que no sorprende a nadie) ya que hizo ¡227 puntos! Yo me fui muy satisfecho con mis 185 pero la realidad es que Angela nos dio una paliza impresionante a todos.

Os dejo con un vídeo corto de lo poco rescatable de lo que grabamos con la cámara.

Las tiradas nocturnas son una oportunidad constantemente desperdiciada. Despiertan nuestros sentidos de una forma muy diferente y estimulante y son un acercamiento particular a la naturaleza que tenemos demasiado dejado. Si tenéis la fortuna de tener un recorrido fijo en un club 3D no os lo penséis dos veces y organizar un plan en solitario o con amigos, no os arrepentiréis.