De vez en cuando uno tiene que ser suficientemente autocrítico y responsable como para reconocer que es posible que esté acumulando vicios. Estos vicios pueden estar impidiendo una buena agrupación pero también pueden estar impidiendo una progresión dentro del potencial de cada uno, incluso aunque pensemos que estamos tirando bien.

Angela "Ghilbrae" y yo llevábamos unas semanas dándole vueltas a la idea de pedirle a un gran maestro como es Néstor Laccassagne (nestor[.]laccassagne[@]gmail.com, quitad los corchetes), socio y miembro activo del club Arqueros de Madrid, una de sus sesiones personalizadas en el club, una suerte de clases particulares de tiro con arco.

Llegó el día y fuimos a las 17.00h del viernes 7 de mayo al club. Hacía un día espléndido y teníamos la moral alta. Nos encontramos con Néstor en las dianas de calentamiento y después de estirar un poco los músculos nos fuimos a unos petos enormes que se usan para los cursos de iniciación.

Los problemas con los que veníamos eran los siguientes:

  • Angela "Ghilbrae": algunas flechas se van a la izquierda, poca agrupación.
  • Pablo: ansiedad en la suelta (anclaje muy corto).

Néstor nos pidió que tiráramos sin miedo a los petos a 3 metros de distancia para concentrarnos en la técnica y no en "dar" a nada en concreto. Rápidamente le soltó a Angela "¿A que algunas flechas se te van a veces a la izquierda? Eso es porque la relación entre la posición de la cara y el anclaje está haciendo que te lleves la cuerda hacia fuera de la vertical del arco, hacia la derecha". Bingo, en cuanto empezó a corregir eso, las flechas dejaron de irse a la izquierda y, de regalo, empezaron a agruparse más, pero esto sólo acababa de empezar...

A mí me dijo que alterara el orden de mi colocación de la cabeza. En lugar de mirar primero de frente, luego girar al objetivo y bajar el mentón para colocarme "plano" con la diana, me pidió que mirara primero de frente y ahí bajara el mentón para luego, con la cara "plana", la girara hacia la diana. Dijo que esto me ayudaría a reducir muchos errores al encarar la diana. Me dijo muchas otras cosas, claro, pero también insistió en que no me pudiera la ansiedad por soltar y que anclase bien. Un truco que usó conmigo (y con Angela también) fue hacer parte del tiro con los ojos cerrados y así poder sentir el tiro de otra forma, sin fijarnos en la diana. Es una experiencia muy curiosa y es cierto que ayuda a centrarse en elementos que suelen quedar eclipsados por la vista pero no recomiendo "jugar" con este truco sin alguien experto mirando lo que haces.

La primera hora transcurrió en los petos enormes, moviéndonos entre distancias de 3 y 15 metros, repitiendo todos los pasos, fijándonos en las sueltas y en "ver el tiro" cuando el arco, la flecha y la mano están en posición frente al objetivo. Aprovechamos para comentar algunos chascarrillos del mundillo y aprender tanto lo que hay que hacer como lo que no hay que hacer. Néstor sí que confirmó que ambos arcos y las flechas que nos hemos ido haciendo o comprando a nuestro gusto estaban perfectamente calibrados, lo que siempre da cierta confianza en todo el proceso, no hay cosa peor que creer (sea cierto o no) que el arco o las flechas están saboteando tu técnica.

Llegó el momento de hacer el recorrido. El sol estaba algo más bajo y corría una brisa muy suave, proporcionando una sensación térmica muy agradable y para mi gusto ideal para concentrarme en el tiro.

En este punto Néstor nos corrigió dos temas fundamentales que transformaron muchísimo nuestra forma de tirar y nuestra puntería.

A Angela le dijo que no anclara y luego girara el cuerpo (algo que hace muy bien, moviendo todo el tronco al unísono) sino que enfilara el objetivo desde el comienzo y anclara ya en la posición de tiro. Los recurvos y longbows deben seguir esta técnica, menos exigente muscularmente, ya que la otra, la que primero "arma" y luego gira, está pensada para los arcos de poleas, más suaves en libras y más necesitados de un anclaje con todos los pesos y contrapesos en paralelo al suelo. Al principio le costo un poco a Angela coger la nueva referencia pero en cuanto su cerebro aceptó el nuevo cambio, empezó a meterlas todas en los pulmones o en el corazón, fue espectacular.

A mí me prohibió hacer la apertura dinámica que llevo meses haciendo. Consiste en abrir el arco desde abajo cuando aún no he encarado el objetivo. En lugar de llegar al anclaje justo en el momento en que el arco lo dejo quieto mirando al objetivo, me pidió que tuviera el arco y la flecha apuntando al objetivo e hiciera la apertura y anclaje ahí, sin juegos de arcos que se levantan mientras abres. Esto, que parece muy fácil escribirlo hay que vivirlo en persona, con alguien que te mira desde todos los ángulos y después de que tiras una flecha te dice "otra" y... "otra" y... "otra" hasta que tú mismo eres consciente de lo que estás haciendo y lo vas interiorizando.

Fueron dos horas de recorrido muy intensas, con mucha concentración y mucha "introspección". Exactamente lo que necesitábamos. En cuanto adopté la nueva técnica "revisada" empecé a meter todas las flechas en los pulmones o en el corazón y, lo mejor de todo, sabiendo de antemano que lo iba a hacer según apuntaba a la diana.

Terminamos casi a las nueve, con bastante luz, cansados y con hambre. Así que muy satisfechos por una sesión de refuerzo tan exitosa nos dimos un homenaje cenando huevos fritos con chorizo frito y buenas dosis de pan. Ahora toca pensar en todo lo que hemos aprendido. Este domingo iremos a practicar de nuevo ya por nuestra cuenta (hay jornada de liga de Arqueros de Madrid), fijándonos el uno en el otro y tratando de retener todos los pequeños detalles aprendidos.

La moraleja es que siempre es bueno, incluso llevando casi dos años como nosotros, pararse y reconocer que conviene tener una sesión de refuerzo para evitar que ciertos vicios y males mayores se consoliden definitivamente. Unas pocas horas pueden reorientar completamente la práctica de este deporte incluso en nuestro caso, que nos lo tomamos solo como hobby.

[Nota: los vídeos aquí mostrados se incluyen con el permiso expreso de Néstor Laccassagne]