[Dado que Angela y yo estábamos de viaje en esas fechas pero Ana y Álex iban a asistir al torneo igualmente, le sugerí a Ana que escribiera un artículo invitado en el blog contando su experiencia y aquí lo tenéis.]


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Aquí estoy yo delante del campamento arquero

¡Hola! En primer lugar, querría presentarme porque, aunque he aparecido en algunos de los posts del autor de este blog, ésta es mi primera participación con artículo propio.

Llevo 3 años disfrutando del tiro con arco, desde que Pablo me metiera el gusanillo, y puedo decir que cada día disfruto más de esta actividad. Además, también me gustan mucho los juegos de mesa y soy una lectora voraz de todo aquello que caiga en mis manos y consiga llamar mi atención.

Hace un año, también de la mano de Pablo y Angela, descubrí lo divertido e interesantes que son los torneos medievales y no quise desaprovechar la oportunidad de participar en este que se organiza en una ciudad a la que tengo mucho cariño.

El relato

Llegamos el viernes a Ávila con muchas ganas e ilusión por participar por segunda vez en la tirada medieval que Arqueros Abulenses organiza con motivo de las Jornadas Medievales que se organizan en esta ciudad. Una primera vuelta por el mercado medieval nos ayudó a completar la vestimenta para el día siguiente (Alex optó por unas babuchas en lugar del calzado más europeo que había traído)

Aprovechando que los Arqueros Abulenses organizan durante los 3 días de las jornadas una exhibición y tirada de flechas desde la muralla, nos acercamos al campamento arquero dado que, el viernes, la tirada de flechas sería nocturna.

Me sorprendió ver que había bastante gente y pronto recordé por qué: las flechas que tiran los arqueros llegan hasta el público que se las queda a modo de recuerdo. Al ser la tirada nocturna, las flechas llevaban un químico para que fuera más fácil localizarlas, causando, además un efecto de luz muy llamativo. Todos los arqueros que hemos participado alguna vez en una tirada nocturna sabemos lo complicado que puede ser llegar a localizar una flecha incluso con los químicos puestos, así que la medida no estaba de más.

Tras la tirada y la exhibición de arquería medieval, nos retiramos a descansar ya que la jornada del sábado comenzaría temprano.

A las 8:45 llegábamos al campamento arquero para recoger la acreditación y disfrutar del desayuno que se ofrecía a los participantes antes del torneo. A pesar de encontrarnos en septiembre hacía bastante frío, así que el cola cao y el café calientes y las sabrosas pastas de la zona fueron más que bien recibidos. Durante el desayuno, conocimos a unos arqueros de las islas, Toño y Verónica que participaban por primera vez y que, al igual que nosotros, estaban sufriendo las bajas temperaturas de la mañana. Toño, además, nos dejó ver sus flechas que él mismo fabrica y de las que incluyo una foto abajo. Espectaculares, nos dejaron sin palabras.

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Una flecha de Toño

Poco a poco fueron llegando los arqueros y se dispusieron a calentar para poder empezar las rondas clasificatorias. Las clasificatorias se disputaban bajo las mismas reglas que el año anterior: 3 dianas colocadas a unos 12 metros de mayor a menor tamaño y suspendidas por cables que, al primer impacto se balanceaban, lo que dificultaba el acertar y a la vez lo hacía más interesante. Se tiraban 2 flechas a cada diana en un tiempo máximo de un minuto (contabilizado con un reloj de arena) y se hacían 4 rondas (24 flechas en total). Las dianas puntuaban 3 en el círculo interior amarillo y 1 en el exterior blanco.

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No sé si fue debido a la temperatura o a que este año había más arqueros, el caso es que el desfile comenzaba a las 12:00 y la cola que teníamos que esperar presagiaba que habría un grupo de arqueros que tendría que hacer sus tiradas después del desfile. Efectivamente, a los alrededor de 18 arqueros que aún quedábamos por tirar nos indicaron que procediéramos a ocupar nuestros puestos en el desfile y que, al finalizar el mismo, terminaríamos la ronda antes de comer.

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En la línea de tiro

Además de la tirada en sí, una de las cosas que más disfruto es del desfile. Es increíble ver la cara de las personas que observan el desfile y qué decir de la expresión de los niños. La sensación de desfilar ante tantas personas es muy especial, hay que vivirlo. Para terminar de hacer memorable el desfile un par de arqueros llevaban flechas para regalar, que hicieron las delicias de los más pequeños y fueron la envidia de los adultos.

Tras el desfile, aquellos arqueros que no habíamos tenido tiempo comenzamos las rondas. Aunque Alex y yo habíamos estado entrenando las últimas semanas con las flechas de madera ya que, habitualmente, las que utilizamos son de carbono, la diferencia de longitud de la flecha en el caso de Alex y la diferencia de peso en la mía se notaba a la hora de enfrentarnos a los blancos. No obstante, aunque no nos clasificamos, no quedamos del todo insatisfechos con el resultado y yo pude, finalmente, vencer mi resquemor a tirar con flechas de madera.

Hubo un pequeño incidente cuando una de las flechas de Alex rebotó en la diana y salió lanzada hacia el público. Por suerte, gracias al rebote, la flecha iba con poco impulso y todo el mundo pudo apartarse a tiempo. Menos mal.

Tras terminar las rondas y con una bebida refrescante, nos sentamos en la mesa con un grupo de arqueros amigos y esperamos a que el rancho estuviera preparado hablando de flechas, arcos, historia...

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Un niño probando con un arco

Tras la comida, en vez de ir al mercado medieval, decidimos quedarnos con nuestros compañeros de mesa ya que la conversación de la sobremesa era verdaderamente interesante y amena.

A las 17:00 comenzaron las finales, primero los Zagales, después las Damas y, por último, los Caballeros. A diferencia del año pasado, en esta ocasión, los ganadores se decidirían por muerte súbita.

Qué decir de las finales, en la de los Zagales se pudo ver que las nuevas generaciones de arqueros pisan fuerte, ya que hubo un altísimo nivel y era raro que los arqueros se alejaran mucho del círculo amarillo interior, lo que daba mucha emoción a la eliminatoria. En el momento en el que alguno se alejaba del amarillo, desafortunadamente, ese arquero era descalificado. Mención aparte merece uno de los zagales, Scorpion King, que debido a que la cuerda de su arco se partió a mitad de clasificatoria, tuvo que terminarla con un arco prestado, de más libras de las que él suele utilizar (el mío, de 30 libras) y, para las eliminatorias, tuvo que pedir prestado otro arco, igualmente, con una potencia superior a la acostumbrada. Aun así, quedó segundo en una final que, como ya he dicho, tuvo un altísimo nivel y unos “zagales” que demostraron que las jóvenes generaciones de arqueros van a dar mucho que hablar.

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Marijose Requena se subió a lo más alto

A continuación, se celebró la final de Damas. Al igual que en la de los zagales, las damas demostraron que, aunque muy nerviosas, eran capaces de presentar una muy dura batalla. Fue una final muy ajustada y muy emocionante y las damas hicieron, constantemente, gala de su fair-play animándose las unas a las otras y felicitándose a medida que se iban acercando al final.

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Podio de caballeros

La final de Caballeros fue, a mi parecer, algo más floja que las otras dos. Y no es que estuviera falta de nivel, en absoluto, pero, donde en la final de damas y los zagales cada tirada fue más ajustada que la anterior, aquí en las últimas rondas los mismos arqueros que un par de tiradas antes no se salían del amarillo ahora impactaban en los últimos círculos del blanco. Quizás los caballeros se dejaron llevar más por los nervios.

Con los ganadores ya proclamados, se procedió a hacer entrega de los premios a los finalistas en el podio y, en el caso de los zagales, también se hizo entrega de un regalo a todos los participantes.

Tras la final, se procedió, una vez más, a una exhibición de arquería medieval y a la ya clásica tirada de flechas desde la muralla. En esta ocasión, Alex y yo tuvimos la oportunidad de ver el vuelo de las flechas sentados en el suelo y resultaba verdaderamente impresionante ver cómo las flechas volaban por encima de nosotros,lo cual no hacía difícil de imaginar lo aterrador que podía resultar en un campo de batalla con varias filas de arqueros disparando sus flechas al unísono. Si bien aún quedaba la representación teatral que los Arqueros Abulenses realizan en todas las ediciones, Alex y yo nos retiramos ya que habíamos quedado a cenar.

El domingo, tras visitar de nuevo el mercado medieval de Ávila, decidimos comprar la comida e irnos a comer cerca del campamento arquero, aprovechando para hablar con arqueros sobre sus arcos y ver la labor de difusión que realizan los Arqueros Abulenses del tiro con arco, ya que aprovechan la mañana del domingo para realizar un taller de tiro con arco y, todo aquel que está interesado, puede probar a tirar unas cuantas flechas. Uno de los curiosos que estaba probando cuando nos acercamos era un niño de no más de seis años que tenía que tirar subido a una bala de paja para que el arco no le diese en el suelo.

Y con ésto y, con ganas de habernos llevado de nuevo los arcos para seguir tirando flecha, regresamos a Madrid y nos despedimos de nuestra participación de este año, deseando que llegue pronto la siguiente Jornada Medieval para poder participar, esta vez sí, con las flechas adecuadas.