Al comienzo del confinamiento por la COVID-19 compartí que había estado entretenido poniendo orden en los cientos de flechas que tenemos Angela y yo.

Una de las consecuencias de poner orden fue, naturalmente, establecer una "nota de estado" para poder agrupar aquellas flechas que estuvieran como nuevas, bastante decentes o reservadas para prácticas. Para determinarlo, aparte de una inspección ocular para descubrir muescas, problemas en el emplumado, etc, las hacía pasar por un medidor de rectitud.

Tanto en el caso de Angela como en el mío, la mitad de las flechas estaban en un estado decente, un 25% en estado un poco lamentable y otro 25% como si fueran nuevas. Me interesé por el destino del 25% de las flechas "para prácticas" ¿qué honroso destino les daría?

Estas flechas estaban operativas pero su rectitud era cuestionable, tenían muescas importantes, el emplumado muy castigado e incluso sin algún trocito de alguna pluma. Pero buena parte de ellas tenían una configuración correcta. Es decir, en su momento habían sido flechas "perfectas".

El tiro con arco es un deporte de precisión. Da igual si tiras con arco de poleas o un arco prehistórico, hay una precisión asociada e ineludible en cada flecha que sale del arco. Podemos renunciar a determinadas precisiones o agrupaciones en función de nuestro material, pero no renunciamos a la precisión en sí.

Con las flechas "machacadas" pero con una configuración correcta nos surge la duda de si merecen la pena o no porque como arqueros nos gusta pensar que tenemos el equipo "a punto" y estas flechas no parecen cumplir esa métrica. Mi experiencia me dice que sí merecen mucho la pena, tanto que salvo en competición, las deberíamos emplear sin ninguna cuita.

Una flecha de madera machacada pero que tiene las propiedades esenciales correctas para nuestro arco y nuestra forma de tirar, funciona más que bien para la gran mayoría de propuestas de tiro que afrontamos. La clave radica en entender que, comparadas con nuestra técnica y "afine" ese día, siguen estando en el grupo de elementos que suman a la precisión y no en el grupo de los elementos que restan.

Hablo de la experiencia personal pero lo que observo es lo siguiente. Una flecha nueva pero con un spine estático o dinámico inadecuado o un peso o una longitud problemáticos, experimentarán un peor vuelo y una merma significativa de la precisión comparadas con flechas de configuración adecuada pero con deterioro en su estado.

Es como si las propiedades mecánicas de la flecha correcta actuaran como una red de seguridad que, salvo que la flecha realmente presente deformaciones o alteraciones importantes, resuelven con dignidad su función. A cambio, una flecha de madera recién salida del horno pero que no se ajusta correctamente al arco y arquero, parte con una desventaja estructural mayor.

Evidentemente, esto solo tiene sentido afirmarlo si nuestra técnica es consistente, sea la que sea. Yo me preocupo mucho de ejecutar siempre la misma rutina y, de esta forma, entender que si el resultado no me gusta, es por la técnica, no por el equipo que uso.

Al volver al campo de tiro tras el confinamiento, he seleccionado adrede el peor conjunto de flechas de madera que tenía. Configuración correcta, sí, pero muy machacadas. Algunas tienen 4 años y han sido tiradas cientos de veces, han soportado lluvia, han llevado químicos luminosos pegados con cello, etc. Las ves en la aljaba y son como una colección estrambótica, pero todas tienen en común unas configuraciones muy similares y, sobre todo, las "correctas" para un flatbow moderno de 35# con mi apertura de casi 28" y mi técnica.

Hay gente que usa estas flechas desahuciadas para parapetos de calentamiento o para tiradas lúdicas con altísimo riesgo de pérdida o rotura. Yo sugiero que las uséis también para recorridos de entrenamiento o "informales" con amistades. Es decir, para el día a día. Tan solo entendería que se quedaran en casa cuando haya competición, porque el factor psicológico de pensar que tienes el mejor equipo ayuda y, obviamente, porque un 2-4% de mayor precisión puede resultar significativo cuando tu puntuación se evalúa frente a otras. Excepcionalmente, también las dejaría a un lado en tiro clout, porque a distancias superiores a 120 metros es probable que el vuelo ligeramente imperfecto acumule lastre.

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Me grabé una tarde que Arqueros de Madrid aprovechando unos parapetos para apoyar la cámara. Mi idea era mostrar que, efectivamente, el vuelo es recto, limpio y consistente y que, para todas esas visitas al campo, estas flechas tienen muchísimo que aportar. Obviamente, si en cada visita al campo llevamos un control preciso de la puntuación y simulamos una competición, nuestro estado psicológico tolerará mucho peor ir con flechas de madera que estén defectuosas. A estas personas les diría que se relajaran y que se olvidaran de los puntos al menos una de cada dos veces que vayan a tirar, pero eso es otra cuestión de la que hablaré en otro artículo.