Dos años después de la creación de este club "virtual", Ithilien, las personas que lo integramos, todas amigas desde hace mucho tiempo antes incluso de empezar en esto del tiro con arco, propusimos juntarnos para una escapada de varios días y darnos un atracón de flechas.
La idea se fue puliendo poco a poco y finalmente el plan de nuestro evento anual (tomando prestado el término Mereth de la obra de JRR Tolkien que significa "Fiesta" en élfico sindarin) se resolvió tal que nos hospedaríamos en un hotel o casa rural relativamente cerca de clubes 3D con actividades adicionales de visionado de película con temática arquera y una partida de juego de rol en donde todos los participantes fueran arqueros.
Como "bola extra", fuera del programa oficial, se contrató un taller de forja de puntas de flechas medievales.
Por tanto, aprovechando uno de los puentes de 2019, la idea era llegar a dormir un martes, miércoles tirada + visionado de película, jueves tirada + partida de rol, viernes tirada + relax, sábado taller de forja, domingo vuelta a casa.
De las quince personas que componemos el club, finalmente pudieron apuntarse 6. Juan, Yamila, Luiyo, Alex, Angela y yo.
Miércoles 1 de mayo
Empezamos fuerte con la visita por la mañana a Terra d'Arquers en Val-Lobera. A Apenas 25 minutos en coche de donde nos hospedábamos, el hotel rural Mas Postius, se encontraba este centro privado de tiro con arco en donde, entre otros, disponen de un recorrido 3D y un recorrido 2D de ambientación fantástica.
A la llegada nos estaba esperando Xavier, de Archer Targets, con nuestra diana exclusiva, diseño de Juan, de un orco (o goblin, según gustos) a lomos de un huargo. La verdad es que para estrenarnos con una diana en el club, ésta no estuvo nada mal. Dan ganas de pensar en más dianas de este estilo en el futuro ya que la técnica de impresión y el 2D de foam de Archer Targets dan un resultado fantástico.
Rodrigo Jr nos recibió y comentó las opciones alrededor del recorrido 3D y el Circuito Fantástico 2D con dianas de Archer Targets (principal motivo por el que habíamos acudido) y nos indicó dónde tirar unas primeras flechas de calentamiento.
Una vez resuelto este trámite decidimos empezar por el recorrido 3D, parar para comer y posteriormente hacer el recorrido fantástico.
El recorrido 3D de Terra d'Arquers es una auténtica gozada, con animales de todo tipo pero en general bien conservados y con propuestas de tiro únicas.
El paraje natural donde se encuentran permite jugar con el entorno y las vistas de forma privilegiada y aunque ya nos había avisado de que disfrutaríamos mucho del recorrido y, en especial, de un tiro picado hacia abajo, no fue hasta que lo experimentamos que tuvimos que rendirnos a la evidencia de que era un super-recorrido 3D.
Avanzamos los 6 tirando de uno en uno o dos en dos, dependiendo de las posibilidades, y como ya la mañana había comenzado con cierta parsimonia, muy pronto nos dieron la una, hora recomendada para volver a la taberna y comer, aunque no pudimos terminar el recorrido entero de 24 dianas.
Al cabo de una media hora estábamos sentados y disfrutando de butifarra y pollo asado tras unos deliciosos garbanzos y acompañados de tanta ensalada como quisimos. Todo delicioso y perfecto para reponer fuerzas antes de tomar un café y prepararnos para el plato fuerte del día, el recorrido fantástico.
Este recorrido fantástico había sido uno de los motivos por los que habíamos acudido a esta zona para nuestra I Mereth de Ithilien así que nuestra expectativa era máxima.
Nos encantó el sistema de puntuación en donde cada participante entra al recorrido de 10 dianas con 100 puntos de vida que van disminuyendo a medida que fallamos en diferente grado en nuestras dos flechas por diana. Así, dar en el 11 no resta, pero cualquier otro resultado resta de forma creciente. Igualmente, cada diana, por su "peligrosidad", resta más o menos en los fallos. No es lo mismo fallar un dragón (resta 15 puntos de vida) que una gárgola (5, por ejemplo).
Como aficionados a los mundos y ambientaciones fantásticos, nos introdujimos totalmente en el papel de un grupo de aventureros que se adentraba en un bosque repleto de criaturas malignas.
No debería resultar extraño a nadie que haya cierta conexión entre la pasión por el tiro con arco y la recreación de escenarios imaginarios en donde nos metemos en la piel de un arquero o explorador extraordinario capaz de hacer frente a trolls, arañas gigantes u hombres-lobo.
El recorrido fantástico satisfizo todas nuestras expectativas y nos volcábamos en cada nueva propuesta, sintiendo la tensión recorrer nuestro cuerpo cuando dábamos un paso al frente y nos encarábamos contra el enemigo. Hubo infinidad de momentos para fotos inolvidables, tantas que no sabíamos cuándo parar.
Cuando por fin salimos del recorrido teníamos claro que queríamos volver a entrar inmediatamente después y así lo hicimos. Nos dimos un pequeño respiro, tomamos unos refrescos y volvimos a adentrarnos en el bosque con una mínima variación de las reglas para hacerlo más como "grupo". Esta variación era muy sencilla, si alguno daba al 11 o al 10 (recordemos, 11 no restaba y el equivalente al 10 restaba muy poco), podía recuperar algo de vida de algún compañero representando así una suerte de "herida debilitadora" a la criatura.
Esta variante de la regla resultó todo un éxito y era lo único que nos faltaba para tomarnos el desafío como algo puramente colectivo. A mitad del recorrido vimos bajar por la cuesta al propio Rodrigo padre, que había estado en una feria medieval, y estuvo un rato comentándonos acerca del sitio y sus otras actividades en ferias medievales por la región. Fue un placer tratar con él, como una especie de eremita en el camino que nos bendecía con algún sortilegio benefactor.
En la última diana, un enorme hombre-lobo, escenificamos con éxito la desesperación de un moribundo (yo) necesitado de unas flechas milagrosas que me devolvieran unos pocos puntos de vida. Tendido en el suelo y simulando los momentos postreros escuché los gritos de desesperación cuando esas muy necesitadas flechas no llegaron y caía irremediablemente muerto.
Era ya media tarde y volvimos a la taberna a prepararnos para recoger tranquilamente. Agradecimos la flexibilidad con el horario para poder estar un poco más tiempo y nos aseguramos de transmitir nuestro placer arquero esa jornada. Llegó el momento de hacer las cuentas y salió a 48€/persona que salían de sumar parte del recorrido 3D (no nos lo cobraron entero por no terminarlo), dos visitas al circuito fantástico, la comida y los refrescos. Estamos acostumbrados a otros precios así que por si alguna persona está pensando en hacer un plan similar, sugerimos que maneje un presupuesto en esa línea.
De vuelta en el hotel rural, Angela había seleccionado una película de temática arquera. En realidad había seleccionado tres, Brave, Red Cliff y War of Arrows y decidimos darle una oportunidad a War of Arrows, una película coreana mezcla de dramón y pique entre arqueros coreanos y manchú. Como casi todas las películas coreanas "de época" se ambientan en la dinastía Yoseon, que en realidad abarca varios siglos pero que suelen fijar por conveniencia en los siglos XVII (como en este caso) y XVIII.
La película narra hechos ficticios durante la segunda invasión manchú (dinastia china Qing) en el 1636 pero es la excusa ambiental para mostrarnos a un arquero coreano en busca de venganza contra arqueros manchú a caballo. Técnica de agarre de pulgar, flechas que destrozan cosas, vuelos de flecha que esquivan cosas y en general todo un despliegue de arquería coreana y asiática en donde la historia es lo de menos pero a nadie nos importó. ¡La recomendamos!
Jueves 2 de mayo
El jueves cogimos los coches y fuimos hasta Rubi para encontrarnos primero con Xavier, de Archer Targets, y luego encaminarnos al club Arqueros de Rubí.
En este club cuentan con dos recorridos fijos 2D/3D, todo un despliegue de medios para un club relativamente nuevo que parece que ha demostrado que había hueco para propuestas ambiciosas en una zona donde ya había más clubes.
Nos detuvimos un poco en las dianas de calentamiento y vimos por fuera la masía que forma parte del club y optamos por hacer uno de los dos recorridos en dos patrullas para no hacernos tapón entre nosotros.
Siempre que uno visita un campo nuevo tiene los cinco sentidos desbocados, descubriendo el camino entre propuesta y propuesta, disfrutando por primera vez de algunas vistas ya familiares para los habituales, y sorprendiéndose como regla general en todas las dianas. En el caso de Rubí el recorrido tenía mucho que aportar en todo esto y además habían hecho el esfuerzo de montar alguna diana de Archer Targets que hizo las delicias del que escribe, sobre todo en tiros largos engañosos.
Nos encantó ver que Xavier se animó a coger su flatbow moderno, que reconocía tener un poco abandonado, y fue muy gracioso cómo cuando empecé a decir que grababa los tiros, pasó a meter unas flechazas que nos dejaron a Juan y a mí encandilados. Vamos, que si coincidís con Xavier en alguna tirada, simplemente decidle que vais a grabarle y que haga un buen papel para aprovechar el material audiovisual intacto.
A dos o tres dianas por detrás se escuchaban algunos gritos de alegría (otros no exactamente de alegría) y así sabíamos que entre la maleza primaveral no estábamos solos y que en la suerte de verde laberinto en el que nos habíamos introducido más gente compartía nuestra aventura.
Hubo muchos tiros especiales, algunos a buena distancia pero otros muy picados hacia abajo o con "pique" como el tronco y la manzana en donde todos fuimos a la manzana aunque el "corazón" estuviera en el tronco.
El sol castigaba sin piedad y cuando terminamos este recorrido supimos que no podríamos aguantar otro entero y que era mejor pensar en ir a comer anticipadamente donde Xavier había reservado. Como en cualquier caso teníamos que hacer tiempo, Xavier se marchó a hacer un recado y nosotros fuimos directos al famoso Tiranosaurio Rex de 3 metros de Archer Targets en el segundo recorrido al que tiramos desde el camino (¿70m? siempre en la línea de seguridad) y luego en su piqueta correspondiente. Fue un gran colofón a una visita al club Arqueros de Rubí que nos dejó muy buenas sensaciones.
Comimos en Sant Cugat del Vallès en un restaurante sugerido por Xavier (no tuvimos queja de ningún plato) y nos despedimos de él agradeciendo su excelente labor de anfitrión tanto el miércoles como ese día (por cierto, Arqueros de Rubí optó por hacer una excepción y no cobrarnos la visita, algo que no olvidaremos y reflejamos aquí). No nos fuimos solo con gratos recuerdos, también con la diana que nos había fabricado.
Esa tarde nos esperaba otro momento especial de nuestra I Mereth de Ithilien: la partida de rol. Para los no iniciados, un juego de rol consiste en relatar aventuras sentados alrededor de una mesa en donde los jugadores interpretan unos personajes ficticios (pero muchas veces muy "reales") y un director de juego va presentando las escenas y las reglas para superar los obstáculos. Como sucede con muchas aficiones, cuanto más joven e inexperto, más sencillo e ingenuo es una partida de un juego de rol, con más experiencia y madurez, las historias que se "fabrican" colectivamente en estas sesiones darían para guiones de auténticos peliculones de intriga, acción y aventuras.
Esta actividad corría a mi cargo y me preparé una situación en la que todos los participantes eran arqueros aventureros que hacía poco se habían unido a un ejército de una poderosa reina para luchar contra fuerzas invasoras. Lo que parecía que iba a ser una victoria segura y la recuperación de un bastión fronterizo se había transformado en una derrota descomunal y una carnicería a lo Crécy, con los jugadores en el bando "francés". La acción comenzaba "in media res" con los personajes magullados y desorientados que acababan de reunirse en una cabaña abandonada unos kilómetros al sur del campo de batalla.
Fue una tarde noche apasionante y con mucha emoción en donde los personajes, brillantemente interpretados por sus respectivos jugadores, tenían que sobreponerse a la inesperada derrota, a su condición de huidos y al deseo de averiguar qué había ido mal para avisar a las autoridades del reino.
Se sucedieron emboscadas a patrullas del ejército enemigo para recuperar flechas y arcos y el descubrimiento de unos pasajes subterráneos que les condujeron hasta unas estancias secretas desde donde un grupo de criminales aliados con un poderoso nigromante había proporcionado la ventaja definitiva al ejército enemigo.
Se puede decir que salieron victoriosos pero aún con la tarea de hacer llegar la información obtenida a gente que pudiera hacer uso de ellas. Eran casi las dos de la madrugada cuando optamos por terminar este "capítulo" e irnos a descansar.
Viernes 3 de mayo
Con una amenaza de lluvia muy presente, optamos por cancelar la visita planificada al campo de Les Comes e ir hasta Can Piqué en Montcada i Reixac, muy cerca de Barcelona. Igualmente la lluvia nos persiguió y tuvimos que dejar los arcos y flechas en nuestros coches y buscarnos un plan alternativo que vino en forma de visita a un monasterio cercano, concretamente Sant Jeroni de la Murtra, una joya gótica en manos privadas que a través del trabajo de voluntarios consigue sacar adelante los trabajos de mantenimiento y reparaciones así como una labor de inclusión social para personas que están en búsqueda de algún empleo.
De su web estraemos este texto que reproducimos junto con fotografías que tomamos.
Sant Jeroni de la Murtra es un antiguo monasterio gótico situado en el Valle de Belén, próximo a la ciudad de Badalona. Perteneció a la orden de los jerónimos y fue fundado, en 1416, por el mercader barcelonés Bertran Nicolau, sobre la antigua casa de Ça Murtra. A partir de esta casa se construyó la iglesia, las celdas, el claustro, el refectorio, la cocina y otras dependencias monásticas.
Los monjes lo habitaron hasta el 1835, fecha de su quema parcial. Afectado por la desamortización de Mendizábal, fue subastado. A finales del s. XIX y principios del XX, residió en el monasterio una interesante colonia de veraneantes. En 1947, la Sra. Francesca Güell i López compró el lote principal para convertirlo en recinto de soledad y silencio y, también, para conseguir su restauración.
El eje del monasterio es un claustro de dos pisos. A su alrededor, en el piso bajo, se encuentran algunas dependencias: la portería, la Obra Nova, la iglesia, la sala capitular (desaparecida), el refectorio, la cocina. En el piso alto: las celdas y el acceso al coro de la iglesia. El claustro, del gótico tardío, contiene abundante decoración escultórica, aún policromada.
Tuvimos la oportunidad de pasear por el recinto de manos de uno de los voluntarios que hacía de guía y que nos contó con mucho detalle tanto la historia del monasterio como la realidad actual, los retos a los que se enfrenta, etc. Nos quedamos cautivados y al mismo tiempo un tanto cariacontecidos al aprender de su valor y su estado.
Tras comer calçots (los últimos de la temporada) y fideuá en un restaurante cercano nos dirigimos de vuelta al hotel rural y por petición popular, aun con la ausencia de Juan que había vuelto (no sin cierto pesar) a Madrid esa mañana, continuamos la partida de rol del día anterior. La noche anterior había concluido con un final digno de un capítulo de una novela de aventuras pero naturalmente, había mucha otra tela que cortar y así lo hicimos unas pocas horas más antes de que fuera hora de cenar.
Sábado 4 de mayo
Hasta Ripoll nos fuimos para asistir al taller de forja de puntas de flecha medievales de Fantastic Factory. La verdad es que en esta Mereth estuvimos en los coches de aquí para allá casi cada día, algo que probablemente en sucesivos años tratemos de reducir un poco.
El taller de Enric, situado en una nave dentro de un polígono industrial, estaba preparado para cursos y talleres a juzgar por la cantidad de materiales, herramientas y útiles que se podían ver allá donde se posara la mirada. Puesto que nuestro taller estaba orientado a puntas de flechas medievales, comentamos un poco sobre este aspecto al ser todos arqueros.
Nos pusimos unos delantales, guantes y gafas protectores y atendimos las indicaciones de seguridad y cómo alimentar a la fragua e ir metiendo las barras de hierro corrugado para después ir al yunque y con el martillo aplanar para hacer las virolas o encajes para el vástago. Posteriormente "obteníamos" la punta estilo bodkin o similar con otra técnica diferente.
Al poco rato la fragua era un ir y venir de arqueros con barras al "amarillo" vivo que empleaban los escasos 10 segundos que el metal permitía antes de enfriarse para ir moldeando (forjando) las puntas de las flechas. Aunque sin duda la maña era muy importante, también la fuerza bien dirigida aceleraba y mucho el proceso. Por otro lado, había que cuidar en todo momento que no quemáramos el metal dejándolo demasiado tiempo en la fragua.
Empezamos lentos pero a medida que avanzó la mañana la producción de puntas de flechas empezó a acelerarse y la calidad de éstas a ser más evidente aunque en general teníamos la sensación de que eran unos mazacotes que solo tendrían sentido en supervástagos de flechas de finales de la Guerra de los Cien Años.
Entretenidos estuvimos todo el día pero yo al menos me quedé con la sensación de que sacamos un partido relativo al taller. Enric parecía más interesado en proveernos de piezas mejor fabricadas (por él y su ayudante, muy majo y colaborador) para tener una buena colección que llevarnos a casa que de responder a nuestras preguntas. No me voy a quejar de poder tener ahora dos puntas de flechas incendiarias, pero las hizo prácticamente él, no yo, con soldaduras, lanza térmica y una radial. Quizá ese tiempo podría dedicarlo a estar más con los asistentes y transmitir más información de todo el proceso o aspectos de la técnica. Sobre todo porque al no repartir apuntes, dependíamos completamente de sus explicaciones o sus croquis sobre la marcha en un cuaderno.
Enricd nos comentó (lamentándose) que el oficio de herrero estaba en extinción, que apenas quedaba gente que pudiera ganarse la vida con la forja y que no daba con aprendices que realmente progresaran (confiemos en que el colaborador actual le dé una grata sorpresa). Para más inri, la gente le llegaba con pedidos imposibles y propuestas de pagos insultantes. En resumen, que confiaba que tanto este tipo de cursos como el de alquiler de una forja por horas en un taller en Barcelona le permitía sortear las dificultades.
La última hora la dedicamos a amolar la punta de flecha, pulirla y templarla en un proceso claramente alejado de la tecnología medieval pero que a cambio nos permitió embellecer nuestros torpes intentos de forjado. El resultado, muy aparente, fue un excelente botín con el que nos fuimos de allí hasta el hotel donde habíamos reservado para esa noche, mucho más cerca del Pirineo.
Mi conclusión sobre el taller fue que me lo pasé muy bien dando martillazos, aprendí unas cuantas cosas de la técnica y del oficio y que con mis propias manos forjé unas cinco puntas de flecha. Ahora tengo una ligerísima idea de la herrería, lo suficiente para valorar más aún el trabajo que supone y tener más cultura sobre el proceso de construcción de algunas piezas. Mi propuesta de mejora de un taller así es que para puntas de flecha medievales se oriente la técnica y herramientas a algunas más plausibles en la época (aunque sea siglo XVIII) para evitar una cierta sensación de alienación con el resultado, por otra parte muy satisfactorio y duradero.
Con este taller y una cena con amigos en un pueblo de montaña cercano, despedimos a la I Mereth de Ithilien y empleamos buena parte del domingo para volver tranquilamente en coche y retornar a casa con muchas flechas tiradas, una nueva película arquera en nuestro haber, una partida de rol (y segunda parte), visita a un monasterio y taller de forjado todo ello desayunado, comiendo y cenando de forma absolutamente exquisita todos los días (bueno, quizá demasiada butifarra...).
Ya estamos pensando en la II Mereth de Ithilien pero lo más importante es la siguiente pregunta ¿para cuándo la vuestra?
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