Como muchas veces nos ocurre cuando analizamos situaciones que no nos gustan, resulta complicado identificar si lo que estamos percibiendo de forma clara es el problema que hay que atajar o es una manifestación de un problema subyacente.
Si alguien tiene un grave escozor en la piel, podemos sugerirle que se aplique una pomada o podemos preguntarnos por qué le está escociendo la piel. Quizá se deba a una reacción alérgica que haya que tratar de raíz e, incluso, podría ser que la pomada le produzca una reacción alérgica mayor.
La suelta, en el tiro con arco, es con gran diferencia el elemento más analizando de todos los que componen el gesto técnico y, para su desgracia, es un síntoma que de forma obsesiva lo tratamos como un problema de raíz.
¿A cuantas personas no nos ha pasado que tirando con gente y habiendo hecho una suelta horrorosa se nos dice (con intención de ayudar) "Has hecho muy mala suelta"? Me sorprendería que hubiera una sola persona que no recordara haber escuchado una crítica constructiva similar a ésta. En sí misma, esta forma de alertar a la otra persona no es merecedora de reprimenda porque muy a menudo la persona ni se ha percatado de ello y puede ser una pista que conduzca a algo importante. El riesgo que existe, no obstante, cuando focalizamos toda nuestra voluntad en corregir la suelta es que cuanto más consciente sea la suelta, peor gesto técnico.
Cuando la técnica de base no se ha construido adecuadamente, al llegar a la suelta, ya es demasiado tarde. La suelta, por sí sola, es incapaz de arreglar lo que viene desaguisado. Hay gente que lleva tirando muchos años que es capaz, por puro oficio y experiencia, de compensar con una suelta "parche" lo que el resto de su técnica no ha podido aportar al tiro. Pero en general la realidad es que la suelta no tiene la culpa de nada, es en todo caso el mensajero de que algo no va bien.
Por ejemplo, si tenemos fiebre del amarillo, la suelta quedará totalmente a merced de una mala programación de nuestro cerebro y nuestros intentos por controlarla pueden provocar resultados desde lo cómico hasta lo muy peligroso.
Si estamos tirando de bíceps en lugar de escápulas al abrir, la muñeca y los dedos pueden estar muy tensos y no permitir una suelta limpia. O si, como pasa a menudo, estamos agarrando la cuerda con cierto torque hacia afuera por parte del dedo anular, la suelta saldrá también áspera y guitarreante.
Pero hay más, muchas sueltas extrañas vienen precedidas de una posición de hombros elevada que hace que no exista un buen equilibrio dinámico de fuerzas entre la tensión de sujetar el arco y la cuerda. E incluso hay malas sueltas que tienen su origen en guantes o dactileras inadecuados para esa persona ya sea por talla, por grosor, etc.
Finalmente, una suelta con espasmos o exagerada puede resultar de una fijación muy consciente de la atención del arquero o arquera sobre ésta. En ese caso, el problema residiría, para nuestra desgracia, en la atención de la persona sobre el aspecto de la técnica que más nos interesa que suceda gobernado por el subconsciente; la propia suelta.
A todo el mundo nos gustaría que la suelta fuese siempre limpia, con recorrido hacia atrás, con muñeca y dedos relajados y que sucediera casi sin darnos cuenta. Cuando esto no ocurra y queramos entender qué puede estar sucediendo, asegurémonos de hacernos las preguntas adecuadas sobre el problema de base.
Tenemos además que ser muy conscientes de que en el tiro con arco tradicional no disponemos del clicker. Y el clicker es en sí un mecanismo tanto mental como mecánico que ayuda, no solo a conseguir una apertura consistente flecha tras flecha, sino a trabajar una buena técnica. Su ausencia exige un mejor control de la técnica y, como hemos comentado antes, desviar más aún nuestra atención de la suelta en sí como acto a corregir por sí mismo.
Por ello, tanto si estás insatisfecho con tu suelta como si sueles querer alertar de "malas sueltas" a otras personas, trata de enfocar tu investigación a lo que está sucediendo antes en la técnica, no en la suelta en sí, y será mucho más probable que des con la clave y, como consecuencia, venga una buena suelta de regalo.
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