Un día para recordar una buena temporada, eso es lo que fue la pasada jornada (escribo el lunes) en donde el club Arqueros de Madrid nos regaló a todos los asistentes un fantástico día lleno de flechas y magníficas propuestas.

La promesa de dos recorridos enteros de 24 dianas a dos flechas llamaba mucho la atención, tanto a los que participaban con el único afán de tirar flechas como los que habían desayuno un poco de espíritu competitivo. Angela y yo, junto con Álex y Ana, nos acercamos por la mañana con la esperanza de no pasar mucho frío y de que la lluvia no estropeara un día tan importante como éste.

El cielo amaneció completamente encapotado pero con una temperatura que pronto se asomó a los diez o doce grados, punto a partir del cual si no hay brisa y se está en continuo movimiento se hace muy llevadero. Angela estaba haciendo un gran esfuerzo por levantarse antes de las 8 pero aunque en la zona de las dianas de calentamiento andaba y se relacionaba con otros seres humanos, los que la conocemos sabíamos que estaba aún durmiendo en la cama y con el cuerpo a medio gas. Pero ella era la primera que no quería perderse el aniversario del club que encontró hace casi 4 años buscando un curso de iniciación para tiro con arco (y supo de la existencia del 3D) así que allí estábamos los dos, buscando nuestro turno para tirar aunque fueran dos tandas de flechas y desentumecer los músculos y coger confianza.

En ésas estábamos cuando se acercó un chico, Jacek, para decirme que su pareja, Hannah, creía haberme reconocido como el autor de Aljaba. Resultó que se habían iniciado en el tiro con arco tras dar con este blog y que tenían muchísimo aprecio por lo que voy contando cada semana. Fue una alegría tremenda porque precisamente comentamos que hay poquísimos blogs dedicados en exclusiva (y con regularidad) al tiro con arco y no digamos alrededor del arco tradicional y 3D y yo siempre pensé que tenía que poner mi granito de arena para facilitar el que gente mínimamente interesada por empezar encontrara una fuente de artículos que le diera el empujón final. Así que no pude tener mejor arranque de día. Aprovecho para agradecer a los que de vez en cuando leéis mis artículos que me animéis a seguir escribiendo estos "tochos" y que no dudéis en comentar con la más mínima excusa que encontréis.

Montse, Eva y Begoña nos hicieron el grandísimo favor de hacer un intercambio de patrullas para que pudiéramos tirar el día los cuatro amigos juntos. A veces lo que te apetece es tirar unas flechas con amigos de toda la vida y andar charlando de casi cualquier cosa y hoy era uno de esos días y no hubo problema en hacer ese cambio.


Ana, Álex, Angela y yo. Foto de Ramón, que nos acompañó unas dianas

A las 9.15h aproximadamente nos indicaron cómo estaban situados los dos recorridos. Los recurvos y longbows arrancaríamos en el rojo y el resto se fueron al amarillo. Como un buen rebaño, fuimos guiados por Arqueros de Madrid para encontrar nuestra piqueta de inicio. Mientras andábamos comprobando que nos acercábamos a nuestra diana de salida pudimos comprobar que los rumores eran muy ciertos; Arqueros de Madrid había hecho un gran desembolso para adquirir animales nuevos.

La diana 11 del recorrido rojo en donde esperamos pacientemente a que sonaran los silbatos en cadena tenía un ciervo tumbado. No era la diana que hubiéramos elegido para empezar, en pendiente y con el riesgo de irnos por arriba, pero hay que reconocer que estaba colocada en medio de unos árboles, en la hierba relativamente verde y fresca, y era una buena muestra de lo que nos íbamos a encontrar el resto del día.


La zona entre vaguadas estaba muy bonita y esta propuesta resultaba muy realista

Y así arrancó el día. El cielo igual de cerrado pero con una luz completamente suave y uniforme que impedía cualquier posibilidad de quedar deslumbrado. Nos adentramos rápidamente por una pequeña loma que conectaba una vaguada con otra y que está bien surtida de encinas y arbustos y que nos acercaba por el este hacia el corazón del campo. Siguiendo el camino apenas intuido por entre la maleza íbamos descubriendo ciervos, pecaríes, los habituales jabalíes, alguna liebre y hasta un dodo. Se podía ver cómo la apuesta por disponer de dos recorridos completos había obligado a Arqueros de Madrid a estrujarse los sesos para meter en un espacio más pequeño el mismo número de dianas que un espacio habitualmente más grande. No obstante, ese trabajo tuvo un resultado magnífico porque aunque no había que caminar mucho antes de dar con la siguiente propuesta, cada una era completamente diferente de la anterior.

En esta primera media hora pudimos comprobar que Angela tenía el cuerpo muy adormecido y le faltaba el punto de concentración que te da el estar más despejado. Ana estaba rápidamente cogiéndole el punto al arco y Álex, que había decidido ignorar la tablilla de puntuación, estaba muy enchufado y ejecutando muy bien la técnica. Por mi parte, empecé un poco fallón pero pronto cogí confianza y empecé a disfrutar de cada tiro, a verlo. Ver el tiro es una sensación única. Comienza casi cuando estás pretensando y termina cuando has anclado y estás totalmente concentrado en el punto al que quieres dar. En ese momento, a veces sucede que tienes la absoluta seguridad de que la flecha va a volar hasta ese punto y sueltas con ese convencimiento, limitándote a disfrutar del vuelo. Tuve varios de esos momentos con la guinda de ver el vuelo de la flecha rotada por efecto de las plumas ligeramente helicoidales. Ese vuelo es muy estético y cuando lo consigo, me deja una sensación de total satisfacción.


Ana frente a una leona

No veíamos a nadie detrás ni a nadie delante así que podíamos imaginar que estábamos los cuatro solos en el bosque y así fuimos yendo de diana en diana, soltando en más de una ocasión una exclamación de admiración por la propuesta concreta y el animal, completamente nuevo, al que se nos invitaba a estrenar. No sé si el hecho de haber tirado en la liga IFAA el domingo pasado tuvo algún efecto pero en general vi las distancias muy razonables, sin ánimo de agotar los rangos establecidos por WA. Se trataba de un recorrido muy bonito, bien pensado, con animales preciosos y agradecido con los arqueros que se iban a enfrentar a dos recorridos en una mañana. Parecía una buena oportunidad para sacarle el máximo provecho y en eso estuvimos toda la hora siguiente.


Un reno impresionante, una de las mejores propuestas del día

Cuando quedaban un par de dianas para terminar este primer recorrido, habíamos tirado a placer a todo tipo de fauna, incluyendo un espectacular reno y un magnífico león. Empezábamos a notar un poco de cansancio y por un momento se nos pasó por la cabeza que nos desmoronaríamos en el segundo recorrido de la misma forma que hay gente que se desmorona en la segunda mitad de un recorrido. Espantamos ese mal presagio con buenos tiros y nos enfrentamos al oso en nuestra diana 24. Cometí el error de preguntar la puntuación y me cantaron 293. A una sola diana, estaba a las puertas de superar la barrera psicológia de los 300 puntos con un enorme oso delante de mí. Me puse tan nervioso que se me agarrotó el cuerpo y la primera flecha fue un triste tocado a la altura del culo y la segunda fue escupida a la altura del cuello. Probablemente los dos peores tiros del recorrido. Se me quedó tan mal cuerpo que tardé unos instantes en pasar del sabor amargo a la alegría de haber acabado con 298 puntos, un resultado excelente para mi nivel.

Angela daba algunos síntomas de agotamiento y se encontraba incómoda con tantas capas de abrigo (aunque fueran finas) mientras Ana se quedaba satisfecha con su recorrido y Alex confirmaba las buenas sensaciones del comienzo. El día podía haber acabado en ese momento pero hoy era el V aniversario de Arqueros de Madrid y eso significaba que tras una pausa para esperar a los de poleas volver del otro recorrido, nos adentraríamos en el segundo recorrido del día.

Fuimos al punto de encuentro a dar buena cuenta de un poco de fuet, frutos secos y algún añadido dulce mientras coméntabamos con el resto las sensaciones del primer recorrido. Todo el mundo coincidía en que había sido muy agradable y en general se podía percibir una moral más bien alta. La lluvia nos había respetado y la temperatura seguía estable a pesar de las ocasionales rachas de aire más fresco así que lo que todos allí queríamos era que pudiéramos empezar cuanto antes para no quedarnos fríos.


Parada técnica entre recorridos

No habían transcurrido más de 25 minutos cuando la mayoría de los arqueros de poleas habían llegado al punto de encuentro y el resto nos poníamos en marcha para el recorrido amarillo. En éste arrancábamos en la diana 1 así que tal y como cogimos nuestros arcos y mochilas lo dejamos todo debidamente apoyado en un árbol cercano mientras hacíamos tiempo hasta que nos dieran la salida.

Angela empezó de maravilla y en general todos tuvimos unas primeras dianas muy bien resueltas. Estaba claro que, al menos de momento, teníamos cuerda para un rato más. Y efectivamente, con la máxima relajación posible fuimos de diana en diana, tomando nuestro turno rotativo y tirando de a uno y manteniendo las mismas buenas sensaciones que en el primer recorrido. En este recorrido apreciamos distancias algo más largas y tiros en general más limpios. Algo natural si tenemos en cuenta qué zona del club se empleaba para las propuestas. Creo que fue la quinta diana cuando nos encontramos de nuevo con un león precioso a una distancia respetable y en ligera pendiente hacia abajo cubierto por una enorme encina (se puede apreciar en el vídeo del final). Empecé yo plantándome en la piqueta y focalizando toda mi concentración en lo que yo confié que sería el corazón. Recorrí con la mirada el camino hasta el león y vi que había una zanja natural que se cruzaba totalmente impidiendo visualizar bien la distancia. Mi objetivo era claro; quería poder meter las dos flechas en el corazón o cerca de él. No me valía meter la primera y una segunda regulera o una primera tentativa y una segunda bien corregida. Quería las dos y a ello me puse. Y lo conseguí con un corazón y un pulmón muy juntos y sentí una alegría y una paz recorrer todo el cuerpo cuando la segunda flecha impactó donde estaba mirando. Apenas se puede intuir medio segundo en la grabación pero ahí está.


Una de las dianas del día

Angela no se quedó atrás y consiguió otro corazón y un pulmón preciosos y al menos recuerdo que Ana endoso al menos una excelente segunda flecha.

Tras el león subimos por una pequeña loma que nos protege desde el campo de la vista de la carretera A-1 pero que esconde, al otro lado, una zona muy bonita para colocar propuestas. En general son tiros en pendiente y con mucho árbol "molestando" pero en esta ocasión no fueron a hacer "daño" y mantuvieron el espíritu de tiros relativamente cómodos. Aquí nos encontramos con una leve sensación de tapón. Al contrario que en el primer recorrido, aquí era realmente difícil jugar a estar solos pero nunca llegamos a estar parados mucho rato. Teníamos a una patrulla de 5 arqueros delante de nosotros y otra de 4 que nos pisaba los talones pero no se hizo ni pesado ni agobiante.


La patrulla que iba una diana por delante, parecen perfectamente integrados en el entorno

Ciervos de pie o tumbados, un enorme reno, un urogallo, otro pecarí, un búho, una avutarda... todas eran muy bienvenidas y las afrontábamos con energía. Ana empezaba a pensar que este segundo recorrido podría ser incluso mejor que el primero. Angela había hecho una primera mitad excelente (unos 11.5 puntos de media). Alex había pasado a disparar una sola flecha por diana (o dos si se quedaba con ganas) para no forzar la musculatura y por mi parte estaba disfrutando de la misma regularidad que en el primer recorrido (12.5 puntos por diana).

Llegó el momento de volver a subir y bajar esa loma para orientarnos camino del interior del campo y hacer la segunda mitad del recorrido en la vaguada más exterior del campo, de su final hasta su boca que luego conduce de vuelta a las dianas de calentamiento. Tuvimos nuestro ciervo, un zorro (que escupía las flechas como un demonio), una avestruz espectacular, un par de jabalíes... todos en general tiros que se iban alternando en la orientación de la vaguada de forma que normalmente nos íbamos cruzando de forma natural de una diana a la siguiente. Ahí ya pudimos tener una visión más amplia de las patrullas que nos antecedían y quedaba una imagen de afición muy chula.

Cuando giramos al final a la derecha para encaminarnos al punto de encuentro tan solo quedaban dos dianas. Creo que fue un castor y dos arañas gigantes. La inmediatamente anterior fueron dos perdices. Fui a por la de la izquierda y la primera flecha dio un poco baja y la segunda rebotó en el cuello y se fue para atrás. Me hervía la sangre pero traté de relajarme y cuando llegó el castor clavé un corazón y un pulmón impecables. Esa diana me gustó mucho porque me vi muy entero y seguro. Tanto fue así que en la última diana, la de las arañas, les pedí a mi patrulla que si podía tirar el primero para aprovechar esa sensación. Accedieron sin problemas y acabé con un 11 en la segunda flecha. Así da gusto acabar un recorrido. Sumé 290 puntos pero creo que en general tiré mejor que en el primer recorrido, lo cual me sorprendió y todavía hoy me sorprende.


El 11 de la araña

Todos acabamos encantados. Cada uno con su objetivo había obtenido lo que quería. En particular Angela consiguió mantenerse muy regular y a pesar de ser el segundo recorrido (y no tirar con regularidad, la última vez hacía dos semanas) ¡alcanzó los 241 puntos!

No hizo falta acercarse mucho para que supiéramos que las barbacoas estaban funcionando a pleno rendimiento sintiendo el acoso inminente de muchos arqueros y arqueras hambrientos. Pusimos a descansar nuestros arcos y a sentir entonces toda la musculatura que habíamos usado durante toda la mañana quejarse. Pero al menos en nuestro caso era un quejido sordo y pronto pudimos ignorarlo mientras pegábamos nuestros primeros mordiscos al bocadillo de lo que fuera que hubiéramos pedidos (creo que empezamos por la panceta). Algunos continuamos con lomo y finalmente nos atrevimos con un montado de chorizo. Yo creo que hubiera podido con un cuarto bocadillo pero tampoco se trataba de acabar hecho una bola. El caso es que la barbacoa y la bebida cayeron como un torrente revitalizador que nos dejó a todos incluso más satisfechos.

Pasada una hora pegaron en el tablón las puntuaciones y me alegré mucho al ver que mis buenos resultados (y la regularidad en ambos recorridos) quedaban premiados con un tercer puesto en longbow. Pedro Antonio Martín Jorge y Rafael Merino estaban en otra dimensión con su primer y segundo puestos respectivamente. Para que entendáis cuál es la diferencia que separa a arqueros como yo cuando tienen un buen día de esta otra élite, Pedro Antonio sumó 343 y 378 puntos y Rafael 341 y 310 puntos. Absolutamente inalcanzables con sus puntuaciones de recurvo. Así que no iba a ser yo quien se quejara de quedar tercero habiendo tan buen nivel en general en mi categoría. Me llevé una bonita medalla y una botella de vino que llevaré a alguna comida con mis padres o los de Angela en las próximas semanas. Todo el mundo sabe que beber o comer un premio en un torneo sabe mucho mejor y sabe aún mejor si lo compartes con otra gente y puedes contar la historia detrás de ello.


Podio del longbow masculino. Foto de Avelino Espinosa

Con el aplauso final a Arqueros de Madrid nos despedimos todos realmente encantados con un aniversario organizado de forma impecable, con dos recorridos cómodos y muy bonitos estrenando al menos una docena de animales. Con algunos rayos de sol colándose por entre el manto de nubes nos subimos al coche, nos despedimos de Ana y Alex y llegamos a casa a tiempo para tomarnos un rico café de nuestra cafetera italiana despatarrados en el sofá con nuestras dos gatas que no paraban de olisquearnos, trayendo como traíamos todos los olores a campo de Arqueros de Madrid.

Os dejo con este vídeo que sigue el esquema del anterior, trocitos cortos con música de fondo. Espero que os guste, hay tomas realmente buenas.